La Razón (Cataluña)

El día en que Bernardo Montoya se «encaprichó» de Laura Luelmo

► La Audiencia Provincial de Huelva juzga desde hoy el crimen de la profesora en El Campillo

- Laura L. Álvarez.

Su defensa alegará un problema de impotencia para eludir la prisión permanente revisable

A Laura no le gustaba aquel vecino de enfrente porque la miraba raro. Tan poco le gustaba que hasta se lo había comentado a su novio por teléfono. Fue de las pocas impresione­s negativas que se llevó de El Campillo, un pueblo de Huelva donde se había trasladado desde su Zamora natal para cubrir una plaza como profesora de Plástica en el instituto de un pueblo cercaAquel­los La casa, precisamen­te, se la había alquilado una compañera pero no sabía que en la acera de enfrente, un poco más para abajo, vivía un monstruo. Ese que miraba raro y pasaba las horas sentado a la puerta de la casa. Se trata de Bernardo Montoya, un vecino de Cortegana que acababa de salir de prisión por un asesinato. Ocurrió justo 23 años antes del crimen de Laura Luelmo, un 13 de diciembre de 1995, y fue condenado por la Audiencia Provincial de Huelva a 17 años de cárcel. En un permiso penitencia­rio, además, intentó violar a una peluquera del pueblo. También le impusieron la prohibició­n de volver a Cortegana, su pueblo y donde vivía toda su familia, durante 5 años. Por eso, al salir en libertad, se había instalado en la casa que tenía su padre en el pueblo de al lado, El Campillo.

Pero Bernardo, lejos de tratar de integrarse de nuevo en la sociedad, le echó el ojo a la nueva vecina y, según reconoció a los agentes de la Guardia Civil tras el crimen, se «encaprichó» de ella.

Decidió acecharla una tarde que la vio salir a comprar al súper a eso de las 17:20 horas del 12 de diciembre de 2018 (dentro de un mes se cumplirán justo tres años). La joven fue al supermerca­do Alsara y cogió unos huevos, agua embotellad­a y una bolsa de patatas fritas que acabaría comiéndose su asesino en la casa donde la mató. Él se montó en su Alfa Romeo y aprovechó para acecharla en un callejón. La introdujo a la fuerza a su casa a eso de las 17:30 horas y saldría con ella envuelta en una manta, aún con vida pero inconscien­te, una hora y cuarto después, sobre las 18:45 horas. 75 minutos fueron un auténtico calvario para Laura porque fue víctima de una brutal paliza y una violación antes de morir a manos de Montoya.

Una vez la metió dentro, él se acordó de no dejar algo fuera y salió un momento, cerrándola por fuera. Al regresar instantes después se encontró con que Laura había «desobedeci­do» y trataba de salir de la casa, lo que provocó el enfado de Montoya y comenzó a propinarle golpes y puñetazos en cabeza y cuerpo, llegando a utilizar un objeto de «caracterís­ticas similares a un palo», según la Fiscalía. Aprovechó que la víctima estaba «malherida y muy debilitada» por la agresión para atarle las manos a la espalda y taparle la boca con un trozo de cinta adhesiva, quedando imposibili­tada de todo tipo defensa.

Después, el acusado trasladó a la víctima a uno de los dormitorio­s de su vivienda y aprovechan­do la situación de indefensió­n de la joven la violó.

Una vez finalizó, para evitar que se conociera tanto la comisión del delito que acababa de cometer como que él era el autor, con ánimo de acabar con la vida de la víctima, pero «no sin antes someterno. la a padecimien­tos innecesari­os y un sufrimient­o más intenso que el necesario para causarle la muerte», le propinó más golpes, uno de ellos en la cabeza con un objeto contundent­e.

Sobre las 18:42 horas, Montoya introdujo en el maletero de su vehículo el cuerpo semidesnud­o de la joven envuelto en una manta, así como diversos enseres de la misma para, media hora después llegar y arrojar el cuerpo en una zona de difícil acceso y entre matorrales conocida como «Las Mimbreras».

El cuerpo sin vida de Laura Luelmo fue hallado el 17 de diciembre del 2018 tras varios días de batidas vecinales en su búsqueda. Montoya fue detenido al día siguiente. Tras ser abandonado por un par de abogados, la última defensa de Montoya pasaba por demostrar con unas pruebas médicas su impotencia (tras un accidente de tráfico) para demostrar que no pudo haberla violado, algo que los forenses desmentirá­n.

Hoy está previsto que tenga lugar la constituci­ón del jurado popular que juzgará el macabro crimen que se celebrará en la Audiencia Provincial de Huelva. El juicio está señalado para toda esta semanay estará presidido por el magistrado Florentino G. Ruíz Yamuza, que recibió la causa el pasado 9 de julio desde el juzgado que instruyó la causa, el de Primera Instancia de Valverde del Camino.

Tanto la Fiscalía como la acusación particular piden para Montoya la prisión permanente revisable al tratarse de un asesinato cometido para ocultar una agresión sexual. Además de las penas de prisión, entiende el fiscal que Montoya ha de indemnizar en concepto de responsabi­lidad civil con 300.000 euros a los padres de la joven y 50.000 a cada uno de sus hermanos. Un día clave será la declaració­n de los forenses, que dataron su muerte dos días después que los investigad­ores.

Montoya metió en su casa a Laura para violarla y la mató de una paliza antes de tirarla al campo

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EFE Bernardo Montoya fue detenido el día después de encontrar el cadáver
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Laura Luelmo tenía 26 años y cubría una baja como profesora

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