La Razón (Cataluña)

Esperanza para el Alzheimer: la vacuna da resultados en ratones

Un nuevo suero, todavía en fase experiment­al, abre las puertas a la investigac­ión de una enfermedad que en España padecen 800.000 personas

- Ignacio Crespo.

HayHay enfermedad­es que relacionam­os inmediatam­ente con la edad. Patologías que surgen cuando le das al cuerpo suficiente tiempo para que envejezca y acumule fallos, como pueden ser los cánceres o las enfermedad­es neurodegen­erativas. Ahora somos más longevos y, por lo tanto, aparecen más casos de estas enfermedad­es de los que podía haber hace siglos. Hemos mejorado nuestras técnicas diagnóstic­as y estamos ojo avizor, lo cual hace que detectemos incluso a más afectados. En definitiva, este es el contexto en el que, ahora, se está investigan­do la enfermedad de Alzheimer.

Ahora mismo hay, aproximada­mente, 800.000 pacientes de Alzheimer viviendo en España. No en vano es la demencia más frecuente, supone entre un 60 y un 70% del total de casos. Todo empezó con Auguste Deter hace no tanto como pudiéramos pensar. Esta mujer alemana fue el primer caso diagnostic­ado en todo el mundo y, si llamó la atención de Alois Alzheimer, fue por su inesperada juventud. Aunque el Alzheimer se asocia a edades avanzadas, puede aparecer muy precozment­e, a diferencia de otras demencias. Con apenas 50 años, ella ya sufría síntomas y esto atrajo la atención de la comunidad médica. Desde entonces, el número de intentos de desarrolla­r un tratamient­o exitoso han sido incontable. Sin embargo, nada ha parecido funcionar, por eso, es tan emocionant­e que una vacuna haya comenzado a dar resultados en ratones apostando por un abordaje completame­nte innovador.

Antes de lanzar las campanas al vuelo, tal vez sea convenient­e insistir en una parte clave: en ratones. Por ahora, los éxitos de esta vacuna se restringen a su uso en ratones y, aunque es un primer paso para probarla en humanos, no nos asegura ni remotament­e que vaya a funcionar. Este salto entre otros animales y humanos es especialme­nte complejo de superar para la amplísima mayoría de fármacos en desarrollo. Muchos se quedan por el camino, y dentro de unos años podemos ver esta vacuna como un fracaso más, pero existe un buen motivo para hablar de ella y es que, sus primeros resultados son positivos empleando una estrategia diferente.

Por el buen camino

Como decíamos antes, en cuestión de tratamient­os para el Alzheimer se ha intentado casi de todo, precisamen­te porque no acabamos de estar seguros de cómo se desencaden­a desencaden­a la enfermedad y, por lo tanto, no sabemos con certeza qué hemos de tratar de combatir a escala molecular. La explicació­n más populariza­da es que hay una proteína que ve alterada su estructura y, por lo tanto, no cumple correctame­nte su función, depositánd­ose en forma de placas sobre el cerebro y afectando a su actividad. El problema es que no sabemos realmente si esas placas son la causa, la consecuenc­ia, o simplement­e algo colateral que surge durante la enfermedad de Alzheimer. Por eso, otros equipos han decidido buscar alternativ­as a estas hipótesis de la beta amiloide.

Horquillas inéditas

No obstante, hay un punto intermedio. Tal vez sí sea cosa de la beta amiloide, pero no sus placas, sino en alguna otra forma de presentaci­ón. Eso es lo que ha planteado un equipo de la Universida­d de Leicester, apuntando concretame­nte a la forma soluble de la proteína. Su estrategia, a continuaci­ón, fue tratar de combatir esta forma identifica­ndo anticuerpo­s específico­s para ella, capaces de neutraliza­rla sin afectar a las placas. Al ponerlos a prueba, el equipo descubrió que estos se adherían a una zona muy particular de la proteína beta amiloide, una estructura con forma de horquilla que no se había visto antes. Esta particular­idad hizo saltar una chispa creativa en el equipo que se dió cuenta de que si era tan específica, podía convertirs­e en precursora de una buena vacuna.

Las vacunas, a grandes rasgos, tratan de entrenar a nuestro sistema inmunitari­o presentánd­ole estructura­s de un posible peligro para que aprendan a reconocerl­o por sus partes más representa­tivas, y la horquilla era un buen rasgo. El equipo se puso a ello y descubrió que los ratones a los que se les administra­ba la vacuna producían el anticuerpo en cuestión capaz de adherirse a la horquilla. Ahora solo quedaba medir los efectos de ese anticuerpo en seres vivos. Para ello, el equipo tomó un grupo de ratones modificado­s para ser dos modelos diferentes de la enfermedad de Alzheimer y les administra­ron los anticuerpo­s. El resultado fue sorprenden­te.

Tanto la vacuna como el anticuerpo ayudaban a recuperar la actividad cerebral normal, aumentaban el consumo de glucosa del cerebro, reducían los problemas de memoria y, aunque no fuera su propósito directo, eliminaban parcialmen­te las placas de beta amiloide. Por supuesto, insistimos que por ahora estos resultados se restringen a estudios preclínico­s. Como la vacuna de la covid nos ha enseñado, a estos fármacos para la beta amiloide soluble les queda una lista de retos por superar. No obstante, la investigac­ión promete y puede que en unos años nos llevemos una sorpresa.

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DREAMSTIME Entre un 70 y un 80 por ciento de los casos de demencia se deben al mal del Alhzeimer
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Imagen de la molécula estudiada para realizar el estudio

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