La Razón (Cataluña)

La evangeliza­ción de América, ¿opresión o libertad?

- Antonio Cañizares Llovera Antonio Cañizares Llovera es cardenal arzobispo de Valencia

LaLa evangeliza­ción de América es un tema que de vez en cuando salta a la palestra del debate público. Personal y objetivame­nte, sin entrar en polémica, reconozco: ¿Cómo dejar en estos momentos de dar gracias al Dios, Único y Verdadero, cuyas huellas rastrean todos los hombres de todos los tiempos, a veces sin saberlo, y que se nos ha dado en Jesucristo? ¿Cómo callar esta acción de gracias gozosa porque los predicador­es del Evangelio cumplieron su misión sin desfalleci­miento, con libertad e intrepidez, sin cálculos sugeridos por astucias humanas? Aquellos predicador­es ofrecieron lo mejor que puede ofrecerse a los hombres: no oro y plata, sino a Jesucristo, en cuyo nombre todo hombre está llamado a caminar en verdad y justicia y será salvo. Ellos «predicaron en toda su integridad la Palabra de Dios, sin ocultar con el silencio las consecuenc­ias prácticas que derivan de la dignidad de cada hombre, hermano en Cristo Jesús» (Juan Pablo II).

Toda la Península Ibérica, incluidas tierras a los ojos de los hombres sin gran relieve, como Ávila, también les cabe la gloria de esta evangeliza­ción. Desde los comienzos, hasta hoy, Ávila se ha sumado a la gran empresa de la evangeliza­ción de América. El madrigaleñ­o Vasco de Quiroga, sin duda alguna, es una de las glorias que brilla con mayor esplendor en aquellos primeros tiempos de la obra evangeliza­dora por las tierras recién descubiert­as. «Tata» Vasco, como se ha escrito, «es una cumbre de humanismo cristiano, evangélico; se dedicó a promociona­r al indio, con máximo y exquisito respeto, por todos los medios posibles, eficazment­e; sigue vivo en el recuerdo de aquellas buenas gentes descendien­tes de los indios que él evangelizó y civilizó. A los que hizo hombres cristianos, cultos, letreros, artesanos, agricultor­es, alegres, con precisión social para todas sus necesidade­s, con amor...»

La obra emprendida y la herencia de «Tata» Vasco ha sido continuada a lo largo de los siglos, hasta hoy, por una larga historia de hombres y mujeres abulenses que han servido con toda ilusión esperanza y gozo a nuestros hermanos de Hispanoamé­rica. Y lo que digo de los abulenses, podríamos decirlo de otros: castellano­s, andaluces... Todos ellos han escrito bellísimas páginas de cristianía, de humanidad, de inquietud por el hermano de proyección misionera entre los pueblos hermanos de América. Ellos y ellas son para nosotros motivo de alabanza y acción de gracias, de gloria y alegría, y estímulo y acicate en nuestra vida.

Y junto a este sentimient­o obligado, no ha de faltar la llamada a la continuaci­ón de esta obra evangeliza­dora, cultural y servicial. Nuestra mejor aportación a esta memoria agradecida que ahora hago, habría de ser continuada e intensific­ada ahora; América Latina pasa por momentos nada fáciles, no podemos dejar solos a aquellos países hermanos y a sus gentes, por ejemplo ante la invasión cultural del pensamient­o único, ante el relativism­o dominador; y por eso apelo a unirse más y cooperar mejor y más ampliament­e a las Conferenci­as Episcopale­s de habla hispana y portuguesa a las diócesis españolas, a las órdenes religiosas a movimiento­s cristianos nuevos, a Universida­des Católicas (la JMJ de Lisboa podría ser una ocasión). Es necesario unirse y colaborar, tenemos una responsabi­lidad de la que habremos de dar cuenta a Dios y ante el mundo y la historia. De esta unidad y colaboraci­ón en la obra evangeliza­dora y cultural dependerá el futuro universal, como hubo un futuro nuevo y esperanzad­or universal para el mundo del siglo XVI por la primera y eficaz evangeliza­ción de América.

Ofrecieron lo mejor que puede ofrecerse a los hombres, a Jesucristo La obra y herencia de Vasco de Quiroga ha sido continuada

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