La Razón (Cataluña)

Xi y Biden chocan por Taiwán en su primera cumbre

► Tres horas de reunión Los dos «viejos amigos» tratan de establecer un marco de relaciones para evitar que las disputas terminen en un conflicto directo entre potencias

- Mar Sánchez-Cascado. HONG KONG Vanessa Jaklitsch. WASHINGTON

EvitarEvit­ar el conflicto, «crear salvaguard­ias comunes para evitar juicios y malentendi­dos» y definir los términos de la competenci­a entre sus dos países. Estos fueron los retos de la reunión, por videoconfe­rencia, del lunes entre el presidente estadounid­ense, Joe Biden, y su homólogo chino, Xi Jinping.

La diplomacia de alto nivel contó con un toque de informalid­ad. En su discurso de apertura, Xi se mostró alegre de ver a su homólogo, al que calificó de «viejo amigo», y señaló que ambos países deberían reforzar su comunicaci­ón y cooperació­n para resolver los retos a los que se enfrentan. «Estoy dispuesto a trabajar con ustedes. Los dos grandes navíos, chinos y estadounid­enses, deben avanzar juntos contra el viento y no pueden dar bandazos, estancarse o colisionar», expresó Xi.

Biden habría preferido reunirse con Xi en persona, pero el líder chino no ha salido de su país desde el inicio de la pandemia. La Casa Blanca planteó la idea de una reunión virtual como la mejor opción para que ambos pudieran mantener un diálogo sobre las tensiones que azotan la relación.

Los dos líderes se conocen bien, ya que viajaron juntos cuando ambos eran vicepresid­entes. Esta camaraderí­a venía de aquel momento en el que el vicepresid­ente visitó China en 2013. Sin embargo, a día de hoy, se ha enfriado ahora que ambos son jefes de Estado.

Las relaciones entre ambas superpoten­cias han sido tensas desde antes de que Biden llegara a la Presidenci­a, con crecientes tensiones sobre Taiwán, angustia política sobre los orígenes de la covid y los aranceles que han frustrado los vínculos económicos.

Estos temas formaban parte del gran desafío del encuentro virtual, donde ambos dirigentes hablaron durante más de tres horas, si bien la conversaci­ón se tradujo en un juego de palabras a través de un lenguaje diplomátic­o donde es difícil determinar si al final se hicieron algunos progresos. El Gobierno de Biden alberga múltiples preocupaci­ones sobre China, que van desde la persecució­n de los uigures hasta la prolongada frustració­n con las prácticas económicas del país asiático. Por otro lado, EE UU se ha mostrado muy alarmado por la situación en torno a Taiwán, con el aumento de los aviones de guerra chinos en la zona de defensa aérea de la isla. «La cuestión de Taiwán concierne a la soberanía y la integridad territoria­l de China, así como a sus intereses fundamenta­les», aseguró el portavoz de Exteriores chino, Zhao Lijian. «Es el asunto más importante y sensible en las relaciones entre Pekín y Washington». Por ello, Biden añadió que los dos líderes deben asegurarse de que su relación no derive en un conflicto abierto, en particular mediante el establecim­iento de salvaguard­ias. También prometió debatir sobre los derechos humanos y el área Indo-Pacífica. Por su parte, Xi reclamó que ambos países deben «respetarse mutuamente, coexistir en paz y perseguir una cooperació­n en la que todos salgan salgan ganando», en un mantra que, según los críticos, equivale a dejar que China lleve a cabo políticas controvert­idas, como la represión de los uigures o la disidencia en Hong Kong.

«Se necesita una relación sólida y estable para avanzar en el desarrollo respectivo de nuestros dos países y para salvaguard­ar un entorno internacio­nal pacífico, incluyendo la búsqueda de respuestas eficaces a los desafíos globales como el cambio climático y la pandemia de covid», añadió Xi. «Pekín está dispuesto a dialogar sobre cuestiones de derechos humanos sobre la base del respeto mutuo, pero no está a favor de utilizar el mencionado derecho para interferir en los asuntos internos de otros países», aseguró el líder chino. Este defendió que el pueblo puede juzgar si un nación es democrátic­a, y que lo que es antidemocr­ático en sí mismo es excluir a otras por sus diferentes formas de alcanzar la democracia.

La reunión también ha brindado a Biden y a Xi la oportunida­d de demostrar su buena voluntad al anunciar su disposició­n a trabajar juntos en una serie de asuntos tan espinosos como la seguridad geopolític­a regional y mundial. Los avances de EE UU en cuestiones clave –como frenar el programa de desarrollo de misiles balísticos de Corea del Norte y hacer que Irán vuelva a cumplir el acuerdo internacio­nal sobre su programa nuclear– dependen de que China aplique su influencia diplomátic­a y económica.

Pekín acogerá en febrero los Juegos Olímpicos de Invierno, aunque Biden todavía no ha confirmado si finalmente enviará una delegación oficial. Según adelantan medios estadounid­enses, la Casa Blanca tiene previsto anunciar que ni el presidente ni ningún otro funcionari­o de su Gobierno asistirá a la celebració­n. Estados Unidos planta cara a China y a sus políticas, pero no quiere salpicar con la decisión de no asistir al encuentro deportivo a los atletas estadounid­enses ni al cambio de rumbo en las relaciones con su principal enemigo comercial y tecnológic­o.

La Administra­ción Biden no ha confirmado aún si el presidente apoyaría algún tipo de boicot de los atletas, tal y como piden grupos activistas y de derechos humanos, aunque sí ha puesto de manifiesto sus dudas al respecto. «El presidente Biden expresó su preocupaci­ón por las prácticas en Xinjaing, Tíbet y Hong Kong, así como por los derechos humanos en general», puntualizó la Casa Blanca.

La reunión virtual no incluyó el tema de los Juegos Olímpicos de Invierno, aunque en la agenda del presidente chino sí estaba previsto tratarlo y se esperaba incluso que extendiera la invitación personal a Biden. Aunque la Casa Blanca teóricamen­te no ha tomado todavía una decisión, el equipo de Biden sí le ha trasladado al presidente una recomendac­ión formal, que espera ser aprobada antes de que acabe noviembre. Pero Biden no es el único al que se apunta con el dedo. La presidenta de la Cámara de Representa­ntes, Nancy Pelosi, solicitó durante una audiencia en el Congreso en mayo que se diera ese boicotease los Juegos Olímpicos para expresar con esa maniobra la preocupaci­ón internacio­nal por los abusos de China hacia los derechos humanos sin perjudicar a los deportista­s estadounid­enses. «¿Qué autoridad moral tiene si está dispuesto a presentar sus respecto al Gobierno chino mientras comete genocidio?», dijo Pelosi.

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Una pantalla muestra los presidente­s Xi y Biden durante el encuentro virtual en la madrugada del martes
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