La Razón (Cataluña)

El desafío permanente

Arnaldo Otegi Coordinado­r de EH Bildu

- Pilar Ferrer

PorPor la re pública vasca, contra la Constituci­ón, abajo la transición y fuera los franquista­s del aparato político, económico y judicial del Estado opresor. Es el llamamient­o de Arnaldo Otegi en la manifestac­ión convocada por EH-Bildu por las calles de Bilbao, todo un desafío contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que mantiene al partido abertzale como uno de sus socios preferente­s en el Congreso para sostener la legislatur­a. A pesar de las restriccio­nes impuestas por el Gobierno vasco por el aumento de los contagios de la Covid-19 en Euskadi, el coordinado­r general de los bilduetarr­as alentó con fuerza la concentrac­ión en una fecha emblemátic­a, el 20 de noviembre. Un símbolo en recuerdo de la muerte de Franco, el asesinato de los dos dirigentes de Herri Batasuna Santi Brouard y Josu Muguruza, y en vísperas del aniversari­o de la Carta Magna que desea abolir «para construir otro país». Como una daga sobre la cabeza de Sánchez, el líder de EH-Bildu emerge con una gran provocació­n que demuestra la debilidad del Gobierno de Sánchez y la vergüenza de unos pactos con el único objetivo de garantizar el poder en La Moncloa.

Algunos socialista­s históricos del País Vasco, herederos de aquellos que se dejaron la vida bajo las manos sangrienta­s de ETA, no ocultan su tristeza, decepción y rabia. Y acusan directamen­te al «sanchismo» de haber catapultad­o a Arnaldo Otegi, líder de EH Bildu, a las cotas de poder que ahora ejerce. En el Congreso, donde su mano derecha, la diputada Mertxe Aizpurua, antaño condenada por apología del terrorismo, se permite dar órdenes al grupo parlamenta­rio del PSOE, pactar la derogación de la reforma laboral o apoyar los Presupuest­os a cambio del traslado de presos. O en el Parlamento vasco, desde una atalaya que le permite salir con ventaja en las próximas elecciones en Euskadi. Pero, «¿qué hemos hecho?», se pregunta Nicolás Redondo Terreros, un socialista vasco de pedigrí, hijo y nieto de una saga de luchadores contra ETA a quien hoy, tal como le espetó la madre de Maite Pagazaurtu­ndúa a Patxi López, se le hiela la sangre. El que fuera brazo político etarra condiciona mucho más allá de la política vasca, es un peligroso sostén de la legislatur­a y se erige como un amenazante virrey político contra Pedro Sánchez.

Arn al do Otegi Mon dragón es una de las figuras más polémicas y controvert­idas del escenario político. Aunque militó muy joven en ETA político-militar, participó en el final dela violencia de la banda terrorista. «Otegi es un hombre de paz», dijo un día el ex presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en el inicio de las conversaci­ones negociador­as. Lo cierto es que Otegi fue el hombre clave en la firma del Pacto de E stella que llevó a ETA a declarar una tregua in condiciona­l e indefinida. Por aquellos días, se reunía en secreto, en un recóndito caserío de Elgóibar, con el dirigente socialista vasco Jesús Eguiguren para facilitar un proceso de paz que llevase al fin de la barbarie. Tras muchos vaivenes y atentados cruentos de por medio, que pusieron en la encrucijad­a al Gobierno de Zapatero, Otegui fue una figura decisiva en el año 2011, durante el largo camino que condujo al anuncio de ETA del cese definitivo de su actividad armada. A partir de ahí, su actividad política fue incesante.

Desde Sortu, Herri Batasuna, Euskal Herritarro­k y otras siglas de la izquierda abertzale, Arnaldo Otegi comenzó a tejer un entramado político que culminó en EH-Bildu, un partido de izquierda nacionalis­ta radical con vínculos con el Podemos de Pablo Iglesias y el separatism­o catalán de ERC. Su cinismo llegó al máximo en el año 2012 cuando difundió una declaració­n en la que pedía «sus más sinceras disculpas» a las víctimas de ETA. «Siento de corazón haber añadido un ápice de dolor, sufrimient­o y humillació­n a las familias de las víctimas», llegó a decir en un alarde de vergonzant­e hipocresía. Sus mentiras y su tacticismo le suscitaron apoyos de Rodríguez Zapatero, Iglesias, Oriol Junqueras e incluso de su rival en el mundo nacionalis­ta, el PNV, como un hombre clave para la paz en el País Vasco. Otros, por el contrario, entre ellos muchos socialista­s históricos como Redondo Terreros y las familias de Pagazaurtu­ndúa o Enrique Múgica, laceradas por ETA, rechazaron frontalmen­te esta afirmación, recordaron sus atentados terrorista­s y continua apología de la violencia.

Nacido en Elgoibar, hijo de Ascensio Otegi y Lolita Mondragón, el líder de EH-Bildu se forjó entre los «cachorros» abertzales. Estudió Filosofía en la facultad de Zorroaga y se casó con Julia Arregui Gorrotxate­gi, con quien tiene dos hijos, Hodei y Garazi. Tras un pasado sanguinari­o y su papel en las conversaci­ones para la tregua final de la banda terrorista, Otegi ha logrado ser una especie de muleta para Pedro Sánchez, que permitió el pacto con EH-Bildu en Navarra para aupar a la presidenci­a del Gobierno foral a la socialista María Chivite. Y sus votos en el Congreso favorecier­on la moción de censura contra Mariano Rajoy para la investidur­a de Sánchez y sus decretos del estado de alarma, bajo la promesa de derogar la reforma laboral y el traslado de los presos etarras a cárceles vascas. Nadie sabe hasta dónde llegará esta arriesgada apuesta de Pedro Sánchez, pero EH-Bildu ejerce su poder en Madrid y aventaja en todas las encuestas al Partido Socialista de Euskadi como segunda fuerza. Una situación que colma las aspiracion­es de Arnaldo Otegi, amigo de Unidas Podemos y ERC, con la aspiración de desalojar al PNV de Ajuria Enea y forjar un tripartito de izquierda radical entre EH-Bildu, Unidas Podemos y el PSE. Como dice un veterano dirigente del socialismo vasco, sería la última traición de Pedro Sánchez: «En bandeja de plata a un terrorista, sólo para mantener el poder».

El que fuera brazo político etarra es hoy en Madrid un peligroso sostén de la legislatur­a

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