El modelo nuclear francés: ¿Un ejemplo a seguir?
►Macron construirá seis reactores para garantizar su independencia energética y acelerar la descarbonización
EmmanuelEmmanuel Macron lo dijo fuerte y claro: Francia volverá a construir reactores nucleares en casa. Una decisión que llega cuando el aumento de los costes de la energía mantiene crispada a Europa y la lucha por la salud del planeta exige volcarse en las energías limpias.
Nadie le discute. Al contrario, Macron se afianza cómodamente en dos objetivos que son bastante populares tanto entre los ciudadanos franceses como en el seno de la clase política, incluso entre sus adversarios: garantizar la independencia y el suministro energético del país y, al mismo tiempo, lograr que Francia alcance la neutralidad de sus emisiones de carbono para el año 2050.
«Si queremos seguir pagando nuestra energía a tarifas razonables y no depender del extranjero, necesitamos seguir ahorrando energía e invertir en la producción de energías sin carbono en nuestro suelo», afirmó Macron.
La inversión se concentra en seis reactores EPR (European Pressurized Reactor) de última generación, que funcionan a fuerza de agua presurizada con una potencia de 1600 MW. Según el Gobierno francés, estos reactores son más fáciles de construir y menos costosos. Se estima que el coste de producción y ensamblaje de este lote de seis EPR se eleve a unos 50 millardos de euros.
Días antes, Macron ya había anunciado la inversión de 1.000 millones de euros para la construcción de pequeños reactores nucleares, conocidos como Small Modular Reactors (SMR), como parte del plan «France 2030» de desarrollo tecnológico y ecologista. De acuerdo con los expertos, estos mini reactores tienen las ventajas de construirse más rápido, ofreciendo un diseño modular más versátil y con la opción de ofrecer bajas potencias, lo que los hace idóneos para las zonas más alejadas de las grandes urbes.
El recuerdo de Fukushima parece haber quedado atrás. Con el accidente de la central nuclear japonesa en 2011, distintos países que contaban con un buen número de reactores nucleares en su territorio empezaron a dar marcha atrás. Alemania apagó sus centrales nucleares, Suiza aprobó una ley para comenzar a reducir las suyas y Francia, en manos del presidente François Hollande, prometió reducir drásticamente su producción nuclear: un 30% en 20 años.
A la cabeza de Europa
Incluso Macron, tratando de cumplir las promesas de su predecesor, ordenó en 2018 el cierre de los dos reactores de la planta de Fessenheim, la más antigua de Francia, que sumaba ya cuarenta años de funcionamiento. El mandatario también se comprometió a cerrar otros 12 reactores en su mandato, pero lo cierto es que, a pocos meses de las elecciones presidenciales, decidió liberarse de las ambigüedades y ondear la bandera nuclear que tanto orgullo causa en Francia. Según las últimas encuestas, los franceses han aumentado su inclinación hacia la energía nuclear un 17% en solo dos años.
El país obtiene aproximadamente el 70% de su electricidad de la energía nuclear, gracias a los 45 reactores aún activos y que dan empleo a más de 3.000 empresas y 220.000 trabajadores.
Para enviar un mensaje claro de apoyo a la industria nuclear en el mundo entero, el inquilino del Elíseo cortará la cinta en la inauguración del World Nuclear Exhibition el 30 de noviembre en París. Un evento que reúne a técnicos especializados, ingenieros, constructores y altos representantes de la comunidad nuclear como el presidente de la Organización de Naciones Unidas para la Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi.
Más de 700 expositores de 65 países del mundo estarán presentes en París para mostrar los últimos avances en materia nuclear civil, pero también para participar en mesas redondas donde se tratarán temas controvertidos como el almacenamiento de residuos y la seguridad de las centrales nucleares y sus trabajadores.
Tres días de efervescencia nuclear que confirmarán la posición de Francia como el primer país productor de energía atómica de Europa y el segundo del mundo.