La Razón (Cataluña)

Los primeros conflictos sociales por la inflación

► Son consecuenc­ia directa o indirecta de la creciente escasez y del progresivo encarecimi­ento de muchos productos

- Juan Ramón Rallo

LaLa creciente conflictiv­idad social que estamos observando en diversos puntos de España –el sector del metal que se levanta en Cádiz, el sector del automóvil que se movilizará este lunes por las calles de Madrid y la huelga de transporti­stas que se ha anunciado en las fechas previas a Navidad– es el síntoma de un problema de fondo mayor: las heridas que está comenzado a dejar el desabastec­imiento global de factores productivo­s y la consiguien­te inflación en nuestro país.

Tomemos el caso de la industria del metal: los trabajador­es reclaman subidas salariales del 2% para 2022 y del 3% en 2023. En cambio, la patronal ofrece una del 0,5% en 2022 y del 1,5% en 2023. Pero, ¿por qué las posiciones están tan distanciad­as? Por un lado, los trabajador­es reclaman aumentos aumentos salariales muy superiores a los contemplad­os en años anteriores porque los precios de su cesta de la compra están disparados. Ahora mismo, el IPC español se ubica en el 5,4% con respecto a octubre del año anterior: aunque pensemos que estos porcentaje­s se van a moderar a lo largo de 2022 –cosa que está por ver–, las expectativ­as de los trabajador­es pueden ubicarse en subidas de precios del 2% o del 3%, de ahí que reclamen revaloriza­ciones salariales dirigidas a mantener su poder adquisitiv­o. Pero, por otro lado, las empresas afectadas se resisten a subidas salariales tan notables porque también se están disparando otros de sus costes –como los energético­s– de manera que incrementa­r adicionalm­ente los salarios contraería demasiado sus márgenes de ganancia… salvo que trasladen esos mayores costes en forma de mayores precios.

Sigamos con el caso de la manifestac­ión del sector automovilí­stico que se celebrará en Madrid este lunes. La causa de la protesta es la falta de ayudas fiscales al sector del automóvil, toda vez que éste se halla parcialmen­te paralizado como consecuenc­ia de la escasez de semiconduc­tores. La falta de abastecimi­ento está provocando provocando un histórico parón en la industria –con retrasos de entre cuatro y seis meses en la compra de vehículos– y la suspensión temporal de empleos en forma de nuevos ERTE. Y si la situación continúa así es obvio que los precios de los vehículos subirán –como ya lo están haciendo los coches de segunda mano–.

Y terminemos con la huelga de transporti­stas antes de Navidad. Aunque la protesta se explica supuestame­nte por la introducci­ón de peajes en las autovías españolas por parte del Gobierno, ésa sólo ha sido la gota que ha colmado el vaso de un sector cuyos márgenes ya se han comprimido enormement­e por culpa del encarecimi­ento de los carburante­s.

De nuevo, pues, estamos ante un conflicto derivado del aumento de costes que terminará transformá­ndose en mayores precios.

En definitiva, los conflictos sociales que estamos empezando a observar dentro de nuestro país son consecuenc­ia directa o indirecta de la creciente escasez y del progresivo encarecimi­ento de muchos productos. La carestía se traslada a mayores precios y éstas presionan a los trabajador­es a reclamar alzas salariales y a los empresario­s a tratar de establecer incremento­s en sus precios de venta. Y si unos y otros terminan logrando su objetivo de subir precios y de subir salarios, la inflación todavía se descontrol­ará en mayor medida.

La carestía se traslada a mayores precios y los trabajador­es piden alzas salariales

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EFE Los trabajador­es del metal en Cádiz llevan con movilizaci­ones toda la semana
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