La Razón (Cataluña)

Vanessa Jaklitsch - Tiembla el poder: llega el juicio contra Ghislaine Maxwell

► Se enfrenta a la cadena perpetua por supuestos delitos de tráfico sexual, conspiraci­ón y tentar a menores a participar en actividade­s sexuales ilegales

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LaLa red de pedofilia más escandalos­a de la élite estadounid­ense, orquestada durante décadas por el multimillo­nario Jeffrey Epstein, está lejos de culminar con su muerte. Hace algo más de dos años, mientras esperaba a que se celebrara el juicio contra él, su cuerpo fue encontrado sin vida en su celda, en condicione­s tan extrañas que han alimentado varias teorías conspirati­vas hasta el día de hoy. ¿Suicidio, asesinato o perfecto plan de escape? No hay respuesta clara.

Decenas de víctimas, frustradas con el inesperado final del artífice de sus traumas infantiles, siguen esperando a que se conozca la verdad y se haga justicia. Entre bastidores, otros tantos personajes influyente­s de todo el mundo, que se han visto salpicados por una de las mayores tramas de tráfico de menores de las altas esferas internacio­nales, temen que su nombre salga a la luz en cualquier momento. Políticos, jueces, empresario­s, cineastas, cantantes, modelos y hasta miembros de la realeza cayeron de alguna manera en las zarpas del poderoso explotador sexual.

Pero, ya con Epstein fuera de escena, el caso de Nueva York, previament­e frustrado en Florida, dio un giro sorprenden­te, desviando todas las miradas hacia Ghislaine Maxwell, la que fuera su novia, después socia y, ya como acusada, supuesta cómplice de sus atrocidade­s. Detenida el 2 de julio de 2020, después de permanecer durante meses escondida, la madame de Epstein será juzgada en la Corte Federal de Manhattan a partir del próximo 29 de noviembre.

Este martes daba comienzo el total de tres días de duración de la selección de los 12 miembros del jurado y otros seis suplentes, elegidos por la jueza Alison J. Nathan, entre cerca de 600 potenciale­s candidatos para un juicio que podría prolongars­e cerca de seis meses. Cuatro mujeres anónimas han sentado a Maxwell en el banquillo. Supuestas víctimas que denuncian que tanto ellas, siendo adolescent­es, como otras niñas, menores de 18 años, sufrieron abusos sexuales entre 1994 y 2004 en las distintas propiedade­s de Epstein en Manhattan, Palm Beach y Nuevo México, así como en la de Maxwell en Londres.

Heredera del magnate editorial británico Robert Maxwell, que murió en 1991 al caer de su yate Lady Ghislaine cerca de las Islas Canarias mientras se enfrentaba a acusacione­s de saqueo ilegal de fondos de pensiones de sus negocios, Ghislaine Maxwell asumió el rol de satisfacer los vicios más oscuros de Epstein, manipuland­o a víctimas menores de edad para llevarlas hasta él.

La socialité británica, de 59 años, se enfrenta ahora a seis cargos por tráfico sexual de una menor denunciant­e de 2001 a 2004; por reclutar niñas, entre 1994 y 2004, para que el pedófilo Epstein abusara de ellas durante una década; y por conspiraci­ón y tentar a menores a viajar para participar en actividade­s sexuales ilegales, de 1994 a 1997, implicándo­las en actos delictivos.

Maxwell, que niega todas las acusacione­s, se enfrenta a una condena de hasta 80 años de cárcel. La acusación intentará demostrar que la Madame se ganaba la confianza de las jóvenes, llevándola­s de compras o a eventos, y persuadién­dolas después para que le dieran masajes a Epstein, sin ropa, y obligarlas a mantener relaciones sexuales con él, pagándoles a cambio unos pocos dólares. A menudo, las niñas eran reclutadas de familias desestruct­uradas y núcleos desprotegi­dos de la sociedad.

Los abogados del estado también argumentar­án en el juicio que la británica participab­a en ocasiones de los supuestos abusos. Para demostrar la estrecha relación que ambos mantenían, habiéndose dejado ver juntos en público durante años en multitud de ocasiones, los fiscales tienen preparado comprometi­do material vinculado al caso, como fotografía­s fotografía­s donde se les ve a ambos nadando desnudos.

Acusada de gestionar la red de menores y de reclutar a las jóvenes, algunas víctimas han llegado incluso a asegurar que Maxwell no sólo participó de los episodios sexuales sino que además fue ella quien las persiguió a diversas partes del mundo, donde habían huido tras los continuado­s abusos, para amenazarla­s si contaban algo de lo que habían vivido.

«No he cometido ningún crimen», se ha defendido la acusada desde la cárcel. La expareja de Epstein se declara no culpable de los cargos, pero se le ha denegado la libertad bajo fianza en seis ocasiones por el riesgo de fuga y ha tenido que permanecer entre rejas hasta la fecha del litigio.

Malas condicione­s

«He sido agredida y abusada durante cerca de un año y medio», se quejó la semana pasada a la prensa. «No he tenido comida nutritiva en todo ese tiempo. Hay luces fluorescen­tes que me han dañado los ojos. Estoy débil y frágil. No tengo fuerzas. Estoy cansada. No tengo calzado que me valga. Me dan comida podrida. No me permiten hacer ejercicio », denunció Maxwell, Maxwell, hablando por primera vez desde prisión para dar a conocer las condicione­s en las que se encuentra.

Su abogado, Bobbi Sternheim, asegura que su clienta está deseando que llegue el día del juicio para «salir del juzgado sin esposas ni grilletes, después de su absolución», quejándose de las condicione­s en las que se encuentra y la dureza con la que los guardias la tratan, observándo­la mientras se ducha y despertánd­ola iluminando su celda cada 15 minutos.

Quince meses después de que fuera acusada por traficar con menores para el depredador sexual neoyorkino y las pusiera a disposició­n de su amplia red de contactos, la británica se enfrenta ahora a una pena de cadena perpetua. Su defensa alegará que sólo se la juzga porque Epstein escapó de la Justicia y espera atacar la memoria de las denunciant­es por hechos que ocurrieron hace décadas.

Al menos 40 víctimas denunciaro­n a Epstein, ya de adultas, como autor principal de los abusos sexuales que en su día sufrieron siendo menores de edad. El Movimiento Me Too ayudó a desenmasca­rar miles de casos parecidos en Estados Unidos y en todo el mundo, muchos de ellos derivando en denuncias de las propias víctimas de Epstein, coincidien­do en 2016 con la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenci­ales y la revelación de comentario­s soeces, machistas y misóginos que había hecho hacia mujeres. Precisamen­te a Epstein se le atribuye el haber presentado a Melania y a Trump en una fiesta, y con ellos se había dejado ver en varias ocasiones.

Tras las acusacione­s de abuso a menores, Trump se desvinculó de Epstein afirmando no ser tan amigo suyo («nunca fui muy fan de él», dijo), pero lo cierto es que su amistad se forjó entre 1980 y 2000, siendo vecinos de Palm Beach y acudiendo a las mismas fiestas en Manhattan. «Un tipo fantástico. Dicen que le gustan las mujeres hermosas tanto como a mí, y algunas son más jóvenes», había dicho de él Trump.

Personalid­ades muy poderosas se habían relacionad­o con Epstein y Maxwell, siendo muchos invitados a sus fiestas, como las de la mansión de Manhattan, valorada en 80 millones de dólares. Tenía decenas de cámaras, situadas por cada metro cuadrado para grabar lo que allí sucediera. Ahora se busca el dinero de Epstein.

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REUTERS Ilustració­n del juicio contra Ghislaine Maxwell por su presunta implicació­n en el caso
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GETTY Jeffrey Epstein junto a Ghislaine Maxwell

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