Malestar social
HaceHace dos años comenzaba a bullir en China una nueva pandemia. El virólogo Michael Worobey asegura que el primer caso se registró en el mercado de animales de Wuhan, en una vendedora, en diciembre. Las autoridades chinas adelantan a noviembre el primer paciente, un contable de Hubei. Entonces, no se calificó como covid al desconocerse la existencia del nuevo coronavirus.
Semana arriba o abajo llevamos dos años con la pandemia acogotándonos y con una nueva ola en Europa. La presión es enorme sobre los sistemas hospitalarios, económicos y sociales. En este tiempo, se han introducido limitaciones, restricciones y confinamientos no vistos nunca en tiempos de paz.
Después de tantos meses, el malestar colectivo estalla. El tapón que frenaba la explosión social ha saltado durante una recuperación económica desigual que está dejando a miles de personas atrás, olvidadas en la cuneta.
No hay nada más que ver el fracaso del Ingreso Mínimo Vital. Ningún gobernante previó la encabritada inflación con la carestía de la vida, el encarecimiento de los alimentos y de la energía.
El alcalde de Cádiz no será el único vocero. Saldrán más. Así las cosas, la conflictividad se multiplica. Ya sea con el incendio de barricadas con los obreros del metal de Cádiz, los transportistas que no quieren terminar arrumbados en el arcén, sin ruta ni futuro, o los ganaderos y agricultores que gestionan desesperanzados la ruina de sus granjas y explotaciones.
Al Gobierno le aterroriza perder la calle en una campaña navideña repleta de cabalgatas en Madrid, camiones, tractores… Los Reyes Magos no estarán solos.