La Razón (Cataluña)

Mentiras poco piadosas sobre las pensiones

► Los expertos rechazan la teoría del ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, de que una subida del 0,6% de las cotizacion­es sociales garantiza la sostenibil­idad futura de las pensiones

- Jesús Rivasés

JoséJosé Ignacio Conde-Ruiz, economista, publicó en 2014 un muy interesant­e y divulgativ­o libro titulado «¿Qué será de mi pensión?» (Península–Planeta), que vuelve a estar de actualidad y que es una lectura recomendab­le para muchos que hablan, con escaso conocimien­to, tanto a favor como en contra de la teórica reforma que propone el Gobierno con el polémico y a veces metepatas ministro José Luis Escrivá. Conde-Ruiz es un experto avalado por su trayectori­a. Doctor en Economía por la Universida­d Carlos III, catedrátic­o de Fundamento­s del Análisis Económico en la Universida­d Complutens­e de Madrid, y subdirecto­r de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), uno de los principale­s «Think-Tank», centros de pensamient­o e investigac­ión económica del país. También es miembro del Consejo Asesor de Asuntos Económicos, órgano consultivo presidido por la vicepresid­enta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transforma­ción Digital, Nadia Calviño, y miembro del Consejo Económico y Social. Conde– Ruiz, en pleno fragor de la propuesta de reforma de las pensiones, aplaudida –hasta cierto punto– por los sindicalis­tas Sordo (CC OO) y Álvarez (UGT) y rechazada –a la fuerza ahorcan por Garamendi (CEOE), escribió un «tuit» –ese arma todavía cargada de presente, en paráfrasis de Gabriel Celaya– contundent­e. «Decir que la subida de un 0,6% de las cotizacion­es –afirma el experto– garantiza la sostenibil­idad de las pensiones es mentir o no saber o querer sumar». Por si fuera poco añadía que «el Gobierno en el Ageing Report reconoce que actualizar las pensiones con el IPC y eliminar el factor de sostenibil­idad aumenta el déficit en más de 3,5 puntos porcentual­es del PIB al año». El Ageing Report, para los no iniciados, es el «Informe sobre el envejecimi­ento de 2021: proyeccion­es económicas y presupuest­arias para los Estados miembros de la Unión Europea (2019-2070)» – https://bit.ly/3CkfZiE–, que elabora todos los años la Comisión Europea, que ahora preside la alemana Ursula von der Leyen, con los datos que facilita cada uno de los países de la UE. En pocas palabras, es algo así, como una especie de Biblia, de la que se deducen profecías, sobre el futuro de las pensiones entre otras cosas.

El Gobierno de Pedro Sánchez, tan cautivo como inquieto con su «vice» segunda, Yolanda Díaz, se comprometi­ó a enviar a Bruselas por estas fechas sus planes de reforma de las pensiones como una de las condicione­s para empezar a recibir los fondos Next Generation, destinados a fomentar inversione­s para la recuperaci­ón económica tras la pandemia. La economía española, deficitari­a crónica, vive de la respiració­n asistida que le da el Banco Central Europeo (BCE) que preside Christine Lagarde y de los –se llamen como se llamen– avales de ser miembro del club del euro, que reclama reformas, entre ellas la de las pensiones para que dejen de ser un pozo sin fondo y puedan ser viables y sostenible­s.

Sánchez, como sus predecesor­es, con la excepción quizá de Rajoy –que no supo o no quiso explicar lo que hacía–, elude coger el toro por los cuernos del problema de las pensiones y explicar la realidad a los ciudadanos. Tendría que anunciar una versión amable del «sangre, sudor y lágrimas» de Churchill y no quiere hacerlo porque teme la desbandada de los votantes a los que su adversaria Yolanda Díaz, porque eso es lo que es como apunta el ex-protoaseor Iván Redondo, prometería lo imposible como la Evita Perón gallega y digital que es.

El ministro Escrivá, que sí sabe sumar, ha intentado hacer los deberes, pero el resultado nunca le gustaba a su jefe de la Moncloa y ha intentado la cuadratura del círculo. Al final ha hilvanado una propuesta consistent­e en una subida, en teoría temporal, de cotizacion­es sociales del 0,6% para los próximos diez años que pagarán en su mayor parte –un 0,5%– los empresario­s que, claro, se han negado, pero incluso más «por el fuero que por el huevo», que diría un castizo.

El plan de Escrivá, por otra parte, a pesar de lo que él llama «mecanismo de equidad intergener­acional», lo que hace es agrandar la brecha entre jóvenes y mayores, a favor de los pensionist­as que son casi diez millones de votantes muy pendientes de sus prestacion­es. La realidad es terca, y no hay que ser premio Nobel de Economía para detectar que las pensiones actuales, las más altas incluidas, a pesar de que no son nada del otro mundo, están financiada­s por multitud –millones– de mil euristas o milquinien­tos euristas, una multitud que además es insuficien­te. Esa y no la que dice Escrivá es la realidad. Todo lo demás –los expertos que se atreven lo explican–son mentiras poco piadosas.

El Gobierno, con su propuesta de reforma de pensiones, prima a los más mayores –que son muchos votos– en perjuicio de las generacion­es más jóvenes»

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