El Sevilla se limita a sobrevivir
► Mantiene las opciones de seguir en el torneo gracias a un triunfo agónico ante el Wolfsburgo
Después de cuatro primeras jornadas flojas tirando a ridículas, el reto del Sevilla era seguir con vida en la Champions. Y su gran suerte es que todavía dependía de sí mismo. Dos victorias lo separaban de los octavos de final, dos triunfos obligatorios, el primero de los cuales se hizo carne anoche contra el Wolfsburgo, un rival flojo ante el que se sufrió en demasía.
Ocurre que al Sevilla, en ocasiones, le viene mal marcar pronto. Le pasó en la jornada anterior contra el Lille, que acabó remontando, y volvió a pasarle ayer, pero la extrema debilidad del rival le permitió permitió salir indemne del lío en el que se metió. Antes del cuarto de hora, tras un arranque más que decente y mandón, Rakitic se la puso con música a Joan Jordán, que cabeceó el 1-0. Y ahí se acabó el Sevilla, que no se fue a la caseta con el marcador igualado porque la mano doblada de Bono por el trallazo de Nmecha desvió el balón lo justo para que fuese a morir en el larguero.
Era suicida, pues, llegar al tramo final con tan exigua ventaja y Lopetegui lo sabía, pero no inculcó en sus futbolistas ninguna ansia por atacar. Al contrario, más avanzaba el reloj y más reculaba un Sevilla seguro por el rombo de hormigón que componen su portero, sus centrales y Fernando –San Fernando, no en vano, es el patrón de los católicos hispalenses– y confiado en la mala puntería del Wolfsburgo, menos dañino que una rodaja de pescado hervido. Así y todo, cada balón colgado al área desataba el pánico en la grada, que sólo se disipó en el séptimo minuto de descuento, cuando Rafa Mir empujó a la red un pase de la muerte de Ocampos. Queda una victoria por lograr.