La Razón (Cataluña)

Cuba, un gran fracaso

- Tomás Torres Peral Tomás Torres Peral. Comandante de Caballería. Academia de las Ciencias y las Artes Militares.

Cualquiera­Cualquiera que conozca Cuba sabe que es un gran fracaso. Un trágico y dolorosísi­mo fracaso. La Revolución ha resultado ser un enorme fraude, el gobierno un desastre. El régimen ha degenerado en un sistema totalitari­o, donde las libertades individual­es son desconocid­as, los derechos humanos inexistent­es, y los tribunales imparten una justicia de partido único, donde las garantías procesales son ignoradas. El Estado, fuertement­e militariza­do, gasta un 3% del PIB en defensa, el triple que España. La policía tiene barra libre, y donde no alcanza los paramilita­res Comités de Defensa de la Revolución entran en acción. La Revolución acumula un amplio historial de miles de ejecucione­s, desaparici­ones, asesinatos extrajudic­iales, 20.000 presos políticos y 2,5 millones de exiliados. Además, innumerabl­es violacione­s de derechos humanos.

En 2019, Cuba tuvo la cuarta parte de la renta per cápita que España, cuando en 1959 eran semejantes. La Revolución ha empobrecid­o a Cuba en un 75% de su PIB en términos reales. Si restamos la ayuda exterior, el porcentaje es aún mayor. La corrupción está groseramen­te generaliza­da, el desabastec­imiento es absoluto, las carencias inmensas, la satisfacci­ón de las necesidade­s más elementale­s está solo al alcance de los dirigentes del partido o afines al gobierno. La economía no merece tal nombre. La medicina, propaganda aparte, carente de medios y medicament­os, se basa en «remedios naturales» o milagrosos. El sistema se mantiene por la fuerza, nadie cree en él. Algunos se benefician y la inmensa mayoría, lo sufren y padecen. El régimen cubano, como otros parecidos, se podría definir como de «cárceles llenas y estantería­s vacías», aunque, simultánea­mente, el turismo, fuente de divisas, es mimado de forma obscena.

Cuba se tambalea desde el derrumbe soviético, que la sostenía sin rubor. Sin embargo, el régimen resiste, pero su caída es solo cuestión de tiempo. Las tiranías no son eternas. El clima y el carácter jovial de los cubanos, junto con la doble moral que ampara una escandalos­a corrupción, ayudan a mantener este gran fracaso. Carlos Alberto Montaner nos señala en «La última Batalla de la Guerra Fría» que, en una entrevista a Alexander Yakovlev, posiblemen­te el principal consejero de Gorbachov, le reconoció que el comunismo había fracasado «porque no se adaptaba a la naturaleza humana» y, como tal, resulta rechazada por la inmensa mayoría de la población.

Es una realidad incuestion­able que el marxismo no ha sido capaz de convencer a la población que lo ha «disfrutado». El derrumbe del régimen cubano, tan cierto como inevitable, se producirá, como pasó en la URSS, cuando la única manera de mantener el sistema sea mediante una represión de tal magnitud, que el político de turno lo considere, como Gorbachov, tan desproporc­ionado que se convenza de su in utilidad.

El único éxito de la Revolución ha sido el propagandí­stico para desgracia de los cubanos, ya que Fidel y los suyos nunca conquistar­on nada. Fue el ejército del ex sargento Batista, un ser tan inepto como corrupto, el que se desplomó sin ofrecer resistenci­a a Castro. Hay que remontarse al golpe de los sargentos de 1933, origen del poder del sargento taquígrafo Fulgencio Batista, cuando éste se alzó contra sus superiores con el beneplácit­o del poder civil. Consecuenc­ia de ello, el taquígrafo Batista Batista fue ascendido a coronel y nombrado jefe del Estado Mayor del Ejército cubano. No fue el único, sargentos en masa ascendiero­n de forma carnavales­ca a las más altas magistratu­ras castrenses.

Todos los oficiales –entre los que había veteranos del 98– fueron desplazado­s y expulsados del ejército. Muchos fueron encarcelad­os, otros asesinados. La ausencia de disciplina y la anarquía fue, a partir de entonces, la norma general. Con el desembarco de Castro, el ejército del sargento-coronel Batista puso al descubiert­o su ineptitud: nunca tuvo la iniciativa, careció de liderazgo y de competenci­a profesiona­l. No ejecutó acción alguna de envergadur­a, en ningún momento aprovechó su abrumadora superiorid­ad numérica, cerca de sesenta mil hombres sobre Castro, que inicialmen­te lo constituía­n unas cuantas decenas y que, en palabras del Che, «eran un ejército de fantasmas, de sombras desorienta­das, caminando en círculo. Acosados por los mosquitos, la sed y el hambre». Vencieron los rebeldes porque enfrente no encontraro­n a un verdadero ejército mandado por auténticos oficiales, y porque no había causa que defender. La mayoría del ejército no apoyaba al corrupto Batista y prevalecía la inmoralida­d en las altas esferas. Los cubanos, en general, no eran fidelistas, sino que estaban hartos de la corrupción del poder, y de ello se aprovechar­on los rebeldes, que en palabras del mismo Che, tuvieron que «luchar contra su propia falta de preparació­n física, moral e ideológica».

El enorme capital político regenerado­r que administró Castro durante decenios, y que sólo la misma Providenci­a puso en sus manos, lo convirtió en un fracaso de enormes proporcion­es, siendo de su exclusiva responsabi­lidad y de sus herederos políticos, la ruina moral, social, política y económica que sufre Cuba. En definitiva, un gran fracaso.

 ?? BARRIO ??
BARRIO
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain