La Razón (Cataluña)

Presupuest­os contra el Estado de Derecho

- Enrique López

Cuando desde un gobierno se percibe la ley y la seguridad como obstáculos, algo muy grave ocurre

LaLa aprobación de los Presupuest­os en primera lectura no ha revelado ningún mérito del Gobierno más allá de las enormes tragaderas de Pedro Sánchez y su extrema capacidad para la cesión, que da para la redacción de un nuevo manual de resistenci­a. Después de ver el precio pagado, queda totalmente claro que cada día de resistenci­a sanchista le supone un elevadísim­o coste a nuestra nación. Un coste que abarca la desesperan­te inhibición gubernamen­tal para exigirla ejecución de la sentencia del español que hemos conocido esta semana, respecto a la cual ya se ha revelado que Sánchez no va a obligar a la Genera lita ta cumplir el mandato del Tribunal Supremo de que se imparta un mínimo del 25% de clases en castellano en Cataluña. Y ello pese a que la ley y las sentencias judiciales son de obligado cumplimien­to y el Gobierno tiene el deber de hacerlo y de exigir que se haga, porque de lo contrarioe­stará cometiendo un acto grave de prevarica ció no misiva, dando pábulo ala labor persistent­e y obsesiva de erradicaci­ón del español por parte del nacionalis­mo independen­tista en Cataluña, que, sin embargo, a pesar de su empeño desde 1983, no ha conseguido derrotar a la lengua que hablan 500 millones de personas en nuestro planeta. Una elusión escandalos­a y vergonzosa por parte de quien, además de la Ley, tiene la responsabi­lidad de defender la lengua común, porque lo contrario no solo es impensable, sino que es algo que no se permite ninguna nación que se respete así misma. Una recurrente forma de actuaren relación alas leyes que hace que no resulte extraño que el Gobierno tenga entre sus grandes prioridade­s legislativ­as la puesta en marcha de una auténtica contrarref­orma de la Ley de Seguridad Ciudadana, que solo beneficia a sus socios radicales y que deja completame­nte desprotegi­dos a los agentes de la Policía y la Guardia Civil, dos de las institucio­nes mejor valoradas por los ciudadanos, que son precisamen­te quienes nos protegen ante los peores comportami­entos delictivos e in cívicos, y loquees más grave, contribuye a que la seguridad, sostén de la libertad, quede extremadam­ente debilitada. Juntando todos los cabos sueltos de estas acciones y omisiones de la coalición apoyada por la mayoría que Rubalcaba bautizó como «Frankenste­in», podemos establecer un razonamien­to que es sumamente preocupant­e, porque el incumplimi­ento o la no ejecución de las resolucion­es judiciales, unido a una operación calculada para desprotege­r a las fuerzas de seguridad y sumado a los reiterados ataques lanzados contra el poder judicial, pondrían al descubiert­o una perversa lógica, que no es otra que la de conceder, como la madre de todas las cesiones, el máximo regalo al que aspiraban los enemigos de España, que siempre ha consistido, nada más y nada menos, que en la ley misma, entregada atada de pies y manos. Una operación redonda en la que el coste de aprobar presupuest­os contra el Estado es avanzar hacia la formación de un Estado contra el derecho, es decir, el sueño del pop ulismo radical, el independen­tismocatal­án y el movimiento abertz ale, todo en uno. Es el precio del poder, el pago de Pedro Sánchez en la cabina de peajes a sus socios. Algo que va más allá de la dignidad de la nación, una democracia basada en las normas que sostienen la convivenci­a, porque, como dijo John Adams, las naciones libres se fundamenta­n en las leyes, no en hombres que se sitúen por encima de ellas. Cuando desde un gobierno se percibe la ley y la seguridad ciudadana como obstáculos, algo muy grave está ocurriendo.

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