La Razón (Cataluña)

Justicia para servidores ejemplares

Editorial

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QueQue por primera vez todas las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Policías Nacionales, Guardias Civiles, Mossos d’Esquadra, Policías Locales, Ertzaintza, Policía Foral y Policía Canaria, se hayan movilizado contra el Gobierno debería al menos hacer recapacita­r al interfecto. En su lugar, ministros y representa­ntes de la izquierda han preferido arremeter contra la presencia de la oposición en la movilizaci­ón con la que los agentes de toda la nación clamaron ayer en Madrid contra la contrarref­orma de la Ley de Seguridad Ciudadana. No nos sorprende que desde la órbita del comunismo gobernante se criminalic­e toda protesta que parta de un colectivo señalado en sus discursos. Desde los ministerio­s podemitas y sus voceros no se ha perdido una ocasión de perseguir inquisitor­ial mente a las Fuerzas de Seguridad del Estado como elementos represores ajenos a la democracia. Esa inquina, que persigue desactivar toda autoridad que no puedan controlar, resulta una anomalía en los estados de derecho asentados. Claro, que no lo es menos la presencia de elementos extremista­s y antisistem­a en la gobernació­n. Los agentes han salido a la calle carga dos de razones por una iniciativa política, promovida por el Ejecutivo y sus aliados separatist­as y bilduetarr­as, que desampara a las fuerzas del orden ante las manifestac­iones y las algaradas de toda suerte de grupos, muchos dela órbitade los ministros que patrocinan esta barbaridad. Que se permita la toma de imágenes de los agentes, que las manifestac­iones espontánea­s no tengan que ser comunicada­s previament­e, que se reduzca el tiempo de la detención o que el atestado policial pierda la presunción de veracidad, entre otra gama de atentados a la sensatez del proyecto, supone extender una alfombra roja a la insegurida­d y la violencia de unos pocos contra la mayoría indefensa. Que se haga además sin atender a las razones de los directamen­te afectados, los agentes, sin escucharlo­s siquiera desde el Gobierno, con especial ir responsabi­lidaddel ministro Grande-Mar las ka, es una afrenta, una indignidad y un ataque a funcionari­os esenciales en toda democracia. Cuando se abre la puerta a la anarquía y la algarada, las primeras víctimas son aquellas a las que el Gobierno ha traicionad­o, los cuerpos policiales, pero también la sociedad que tiene el derecho constituci­onal a disfrutar de los espacios públicos de las ciudades y que esta abominació­n que maquina el gabinete deja desatendid­os. Y con ella, principios sagrados como la libertad, cuya plenitud es imposible sin la seguridad que la contrarref­orma sabotea. España mantiene una deuda de gratitud, pero también económica, con policías y guardias civiles que ha sido incapaz de atender para vergüenza de este y otros gobiernos, que han maltratado a servidores ejemplares que nos dignifican. Pedir una rectificac­iónaSánc hez, Dí azo Mar las ka es inútil, clamar por dimisiones es hacerlo en el desierto. Es un ejecutivod­e ciegos y sordos a todo interés que no sea el suyo.

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BARRIO

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