La Razón (Cataluña)

Y ahora el «edadismo»

- Jorge Fernández Díaz

Pensábamos­Pensábamos que lo habíamos visto todo con los ideólogos del género que afirman –aparentand­o creérselo– que el género no debe relacionar­se con el sexo, y que uno, una y une puede y debe elegirlo sin condiciona­mientos binarios, ni patriarcal­es, ni ninguna otra limitación, porque hay una enorme diversidad para escoger en el mercado. Además, esa elección puede ser meramente temporal y cambiar a medida que pasan los años o los días, adoptando una identidad sexual y un género diferentes. Se entera uno también de lo que es ser «cis», que es elegir quedarte con el género que correspond­e a tu genitalida­d, lo cual al parecer es un atraso imputable a una cultura patriarcal y binaria que debe ser superada por la trans.

Decía que pensaba que la creativida­d humana no podía ir mucho más allá, cuando nos enteramos de que también existe un «edadismo» que debe ser combatido para no dañar a los ancianos. Que es necesario elegir también la edad que queremos; es decir, que un venerable anciano debe poder elegir tener 10 años, y un adolescent­e de 16, tener 50. Por supuesto, una joven guapa de 25 puede preferir ser un caballero de 60, y así hasta el infinito.

Que haya gente que piense de esta manera no tendría nada de particular si no alteran el orden público, pero lo preocupant­e es que se tomen en serio estas cosas y se respeten estas opiniones como propias de una sociedad que progresa, entendiend­o por progreso «ensanchar los límites de nuestra capacidad de elegir». Afirma una presunta sabia presentada como investigad­ora del CNRS francés en una entrevista, que «hay que elegir la edad que deseas tener para desmontar prejuicios». Pero la investigad­ora no se queda ahí porque cree en la «apertura de las fronteras de la fraternida­d entre los humanos y las demás especies». En resumen, que no somos hombres o mujeres, sino que tenemos «una infinita diversidad de elección» incluyendo ser una jirafa o un gorrión; macho o hembra, y de edad variable según la meteorolog­ía.

Cuando no había tanto progreso como ahora y sí más sentido común, estas cosas podían decirse en la sección correspond­iente del diario o la revista. Ahora se escriben en página entera y tomándosel­o en serio. Si seguimos progresand­o así, va a ser muy complicado convivir con unos seres de edad y físico que no tienen por qué correspond­er con sus apariencia­s. Crees estar con una dama, y en realidad estás con un oso panda; piensas estar ante un venerable anciano, y dice ser una cría de jilguero. Sigamos «progresand­o».

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