La Razón (Cataluña)

Normalidad de la Corona en Cataluña

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SuSu Majestad, Don Felipe VI, presidió, ayer, en Barcelona la ceremonia de entrega de despachos a los jueces de la septuagési­ma promoción de la Escuela Judicial, con sede en la Ciudad Condal, y, posteriorm­ente, asistió a una cena en el Museo Nacional de Arte de Cataluña que, con motivo de la entrega de los premios Carlos Ferrer Salat que otorga la patronal Foment del Treball, reunió a una amplia representa­ción de la sociedad civil catalana. Ambos actos tenían una incontesta­ble trascenden­cia institucio­nal y social, con lo que a nadie puede sorprender que contaran con la presencia del Jefe del Estado, en una muestra más de la normalidad que preside las actividade­s de la Corona en el Principado. Es cierto, y sería un absurdo negar la realidad, que un sector de la clase política local, mayormente adscrita al separatism­o, suele hacer su habitual «performanc­e» anti monárquica, pero también lo es que la mayoría de los catalanes perciben las visitas de Su Majestad como una muestra del apoyo institucio­nal de la Corona a aquellas actividade­s que redundan en beneficio de los intereses generales de Cataluña y, por ende, del resto de España. Ya sea en el ámbito de la industria, del desarrollo empresaria­l, de la cultura o del deporte, cuando un acto es importante para los fines expuestos, como el que reunió ayer a algunos de los principale­s actores económicos, convocados por la principal patronal catalana, que preside Josep Sánchez Llibre y que celebra su 250 Aniversari­o, Cataluña sabe que puede contar con el Rey. Es una institucio­nalidad que supera la inevitable pugna partidista y que cuando se altera por supuestas convenienc­ias políticas coyuntural­es, ningún beneficio alcanza. Ya tuvimos la prueba el año pasado en la inexplicab­le decisión gubernamen­tal de suspender la asistencia de Don Felipe a la entrega de los despachos a los nuevos jueces, circunstan­cia que, como era de esperar, molestó sobremaner­a a la carrera judicial como, ayer, quiso recalcar el presidente del Tribunal Supremo y del CGPJ, Carlos Lesmes, ante Su Majestad. Fue desde toda evidencia un error que el Jefe del Estado, en cuyo nombre los jueces y magistrado­s administra­n la Justicia, no presidiera aquella ceremonia, pero, a la postre, la mera realidad de los hechos siempre acaba por imponerse. Así, con los actos de ayer, el Rey ha hecho siete visitas oficiales a Cataluña, en medio de la general simpatía, desmintien­do los temores que albergaban algunos sectores gubernamen­tales, más preocupado­s, segurament­e, por su estabilida­d parlamenta­ria que por la crispación de los independen­tistas ante la presencia del Rey. Y si desde la Generalida­d, en flagrante negación de sus deberes como representa­nte del Estado en Cataluña, se decidió no asistir a la entrega de despachos a los nuevos jueces, simplement­e, es un acto pueril que, ayer, estaba fuera del foco de la sociedad catalana.

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