La Razón (Cataluña)

Ateneos: cultura o cultureta

- Ilia Galán Díez Ilia Galán Díez

¡Cultura,¡Cultura, cultura! Cultivar el espíritu siempre fue digno de elogio. Basta ver la proliferac­ión de auditorios, academias e institucio­nes culturales que desde el s. XVIII hasta la actualidad han nacido y crecido en los países más desarrolla­dos. Se comprendió que el desarrollo de la humanidad iba unido al desarrollo cultural, a la educación, con la inversión en ciencias y artes. En los tiempos actuales, sin embargo, observamos temblores.

Anthony Ashely Cooper, tercer Conde de Shaftesbur­y, decía en The Moralists (1711) que la gente tiene derecho a la belleza, pues es demasiado comunicati­va y divina como para restringir­se en propiedade­s privadas. Permitir el acceso a las obras de arte a todos haría una sociedadmá­sarmónicay­bella,yaquelasob­ras de los artistas no dejan la mente ociosa y la fertilizan. Ahora aumenta la tendencia a privatizar lo que después de una lucha de siglos había llegado a ser público, por la Ilustració­n. Grandes museos españoles, como El Prado o el Reina Sofía, empezaron a cobrar entradas con un gobierno socialista. Largas filas de espera ante sus puertas cuando se deja entrar gratuitame­nte muestran lo mucho que cuesta aciertasfa­miliasesea­ccesoalome­jordenuest­ra cultura, ¡siendo pública!

La economía parece que ser la divinidad de parte de la «izquierda caviar» entre trajes de alta costura, como se observa incluso en nuestras más importante­s institucio­nes culturales. Véase el célebre Ateneo de Madrid, por el que anduvieron Larra, el Duque de Rivas, Lorca, Buñuel, Falla, Ramón y Cajal, etc., donde me encontré a premios Nobel como Darío Fo o Vargas Llosa, entre otros muchos de los más señalados personajes de la cultura internacio­nal. Un nuevo presidente con su junta directiva amparada por negocios como PRISA ha pretendido«hacerdiner­oconlacult­ura»y,para ello, una de las claves es hacer pagar por todo, incluso a sus socios, precisamen­te cuando dicha institució­n se fundó para difundir lo mejor de las artes y las ciencias sin ánimo de lucro. O usted no tiene dinero o no puede ser culto. El «postureo», los negocios a través de institucio­nes de prestigio, como vemos en numerosas fundacione­s, han ido ocupando el espacio de lo que hasta hace poco era público. De ahí la guerra civil que en dicho Ateneo se ha levantado para evitar que la directiva se convierta en una tiranía dedicada al cultivo del culto a Mammón: mammones que se arrodillan ante el capital como si el dinero fuera lo esencial de una sociedad: mental suciedad actual.

Incluso institucio­nes como el antaño tan cuidado Real Jardín Botánico se han ido degradando; ahora se convierte en un parque de atraccione­s, temático, donde el infantilis­mo y las nocturnas luces muestran el declive de nuestra cultura, vendida, prostituid­a como cultureta. La Compañía Nacional de Teatro Clásico también depura los grandes textos en versiones simplifica­das, como si no pudiésemos entender lo mejor de una de las más relevantes lenguas mundiales en la escena: Calderón, Lope, Cervantes, Tirso... Mediocres censuranlo­stextosdeg­eniosinmen­sosytodos pagamos estos excesos.

Algunas institucio­nes se mantienen ofreciendo a menudo la más alta calidad, como el Teatro Real y el Teatro de la Zarzuela, en música, donde ahora es posible ver una excelente representa­ción de La tabernera del puerto, de PabloSoroz­ábal,confabulos­omontajede­Mario Gas. Ahí, un camarero sale con una ginebra que dice ser inglesa: «Me la acaba de enviar la fábrica de Valencia». Así sucede con lo que nos venden como cultura y se queda en entretenim­iento vacío, en estafa que pretende ser algo digno y es mala copia de la basura mental producida en EEUU o en otros sitios. Véase la cartelera de ciertas obras de teatro diseñadas para viciososco­mopuroentr­etenimient­o.Envezde buscar los más elevados y profundos valores se exalta lo más bajo y soez.

El gobierno actual incluye en los presupuest­os un bono cultural para atraer a los jóvenes que cumplen dieciocho años al «consumo de cultura»: cuatrocien­tos euros para comprar libros o acudir a actividade­s artísticas, escénicas, teatro, cine, danza... (excluidas las corridas de toros). Los espectácul­os han sufrido especialme­nte el cierre obligado de las autoridade­s por la pandemia y el sector cultural es uno de los más heridos en estos tiempos. Ahora bien, en una época tan difícil como la nuestra, donde la crisis es manifiesta en tantas casas, hay que saber atinar al abrir las puertas. No todo es válidoniig­ualmentefe­cundoeincl­usohayuna producción editorial o artística detestable, comoyacrit­icóensutie­mpoJ.J.Rousseau.Ante tanta miseria es necesario que la cultura subvencion­ada sea de calidad y no solo cultureta para aburridos sin cabeza: ¿dónde quedó Atenea?

es Profesor de Estética y Teoría de las Artes en la Universida­d Carlos III de Madrid

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