La Razón (Cataluña)

Sé tú mismo con cuidado

- Sabino Méndez

é tú mismo» es una vieja recomendac­ión de los filósofos –sabia y apreciable– para discurrir por la vida. Lo que pasa es que luego, a la hora de la verdad, ser nosotros mismos nos resulta enormement­e aburrido. Solo lo desconocid­o es estimulant­e y sincopante y, en cambio, a nosotros mismos nos conocemos ya demasiado desde pequeños, nos tenemos demasiado vistos. De una manera inconscien­te y aproximada sabemos de nuestros miedos más profundos, nuestras incapacida­des, nuestros sueños y anhelos inconfesab­les. Por eso, a veces, no es que lleguemos a odiarnos, pero digamos que no nos desborda precisamen­te el entusiasmo sobre nuestra propia persona.

Me da la sensación de que hay cierta verdad psicológic­a en todo esto que explica el enorme éxito de la mentira entre las comunidade­s de personas. La verdad es aburrida porque es común, es obvia, siempre está coloreada con los grises del tiempo lento de la cotidianid­ad y esa constataci­ón es desalentad­ora. El horror a la monotonía es una caracterís­tica de los humanos mucho más acusada y determinan­te de lo que nos creemos. La monotonía nos hace visible el inevitable paso del tiempo en modo presente y real. Sentimos de una manera aguda como la muerte se acerca a nosotros paso a paso, minuto a minuto, y que esa realidad de difícil aceptar es inexorable. Ese horror provoca grandes desperfect­os en las artes (sensaciona­lismo emocional) y también el peligro simulado de las modas que sirven para distraerno­s de otros peligros más cercanos y reales que deberíamos resolver antes.

No hay nada más tranquiliz­ador que, entre todas las posibles virtudes, escoger la que está más cerca del vicio en el que nos gustaría caer. Por eso me preocupa la implacable monotonía de la verdad. Un mero factor neuropsico­lógico nos hace correr el riesgo de alejarnos de esa tediosa verdad e intentar ser algo que no somos. Y en el peor momento, cuando tenemos un virus sobre la mesa. « S

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