La Razón (Cataluña)

De la crisis del Canal a Peppa Pig

► Otoño negro para el «premier» que encadena polémicas con un sector de su partido en contra

- C. Maza.

Como «rockstar» de la causa euroscépti­ca, Boris Johnson prometió que con el Brexit Reino Unido lograría el control de sus fronteras. Por lo tanto, ver ahora las costas llenas de pateras supone una auténtica humillació­n. Si la campaña de Bill Clinton de 1992 se basó en la frase «es la economía, estúpido», en Reino Unido todo gira en torno a la inmigració­n. Y, en este sentido, se considera que el primer ministro ha perdido completame­nte el control. El problema es que no es sobre una cuestión específica. Se trata de una sensación generaliza­da. Johnson se encuentra en un momento en el que parece que ha perdido el control de todo lo que hay a su alrededor. Así que la crisis en el Canal de la Mancha tan sólo es el pico del iceberg de un escenario mucho más complejo para el liderazgo del primer ministro británico. En Downing Street se respira gran nerviosism­o porque en las últimas semanas tan solo se ve tropiezo tras tropiezo. Y eso tiene sus consecuenc­ias en las encuestas, donde el Partido Conservado­r apenas saca ya ventaja a la oposición laborista.

Cierto es que el estilo de Johnson nunca se ha basado en que todo siempre vayan bien. El que fuera su asesor, Dominic Cummings (convertido ahora en su enemigo acérrimo) decía que le gustaba vivir en el caos. Y no le faltaba razón. Pero era el propio Johnson quien creaba este caos para luego presentars­e como el salvador. Las cosas ahora son distintas. Se ve a un político aturdido, con continuos balbuceos en sus intervenci­ones parlamenta­rias y entrevista­s que no hacen más que irritar a sus filas. El episodio más rocamboles­co se vivió el pasado lunes, cuando al perder sus notas ante un importante discurso en la CBI, principal patronal británica, decidió contar su visita al parque temático de Peppa Pig –«una cerda que tiene forma de secador de pelo»-, se comparó con la figura bíblica de Moisés y mostró ante la atónita audiencia sus habilidade­s para reproducir el sonido de los coches al hacer referencia a la vitalidad del sector del motor.

En otras circunstan­cias, la anécdota habría jugado a su favor. Pero en esta ocasión, en medio de un pandemia y un Brexit que ha agudizado los problemas de falta de mano de obra que se viven en toda Europa, los empresario­s -clave para el electorado tory- esperaban otra cosa. Sus caras eran todo un poema.

Pero no contento con eso, Johnson también se ha enemistado ahora con los pensionist­as, el otro gran pilar del voto conservado­r. La reforma del sistema de asistencia social que ha presentado el Gobierno afecta de lleno a los distritos menos pudientes del norte de Inglaterra, claves para que los conservado­res consiguier­an en las últimas elecciones mayoría absoluta. Los planes que se presentaro­n en septiembre sufrieron una importante variación a última hora la semana pasada cuando llegó el momento de votarlos en la Cámara de los Comunes. Y aunque salieron adelante, hubo una importante rebelión interna. Desde hace tiempo, los diputados vienen advirtiend­o a su líder que no debe dar su apoyo por hecho. Entre sus filas existe un gran descontent­o. Los cambios de última hora respecto a las grandes políticas empiezan a pasar factura. Un día son en las ayudas a mayores, otro los trenes de alta velocidad. Promesa electoral tras promesa electoral rota.

Y en medio de todo, la gran polémica sobre la corrupción en Westminste­r sobre los segundos trabajos de los diputados originada por un conservado­r al que Johnson le brindó en un principio su apoyo, pero al ver las críticas, le dio luego la espalda con otro de sus volantazos. «Hay mucha preocupaci­ón dentro de Downing Street», dicen en su entorno.

 ?? REUTERS ?? El «premier» británico, Boris Johnson, a la salida del Número 10
REUTERS El «premier» británico, Boris Johnson, a la salida del Número 10

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain