Vinicius aprende la última lección
► Contra el Sevilla marcó su primer gol desde fuera del área este curso y el segundo desde que juega en el Real Madrid. Su mejora en todas las facetas es asombrosa. Es decisivo
Contra Osasuna, hace dos temporadas, Vinicius marcó un golazo desde fuera del área. No eran tiempos buenos para él y después de que el balón entrara en la portería, se puso a llorar. Luego, visto desde cerca, resultó que el balón había entrado porque un defensa lo tocó y lo desvió con la punta de la bota. Desde entonces no había vuelto a hacer tantos desde lejos. No era un goleador y cuando marcaba tantos lo hacía desde cerca, ya dentro del área.
Pero contra el Sevilla, en un partido en el que apenas había aparecido, corrió en paralelo al área, en vez de irse hacia dentro, como suele hacer habitualmente, y cuando vio opción de disparo, no se lo pensó. Lanzó fuerte, sin rebotes, imposible para el guardameta. Muy lejos del tanto de Osasuna: éste fue más limpio, más difícil, más importante. Y después de marcarlo, en vez de llorar, lo celebró yéndose al banderín del córner para ponerse a bailar. Después de que le abrazaran sus compañeros, continuó celebrándolo: esta vez como Cristiano Ronaldo, pidiendo paciencia con las manos y señalándose el escudo.
Ya nadie duda de que Vinicius va a ser uno de los grandes futbolistas. O mejor, que ya es uno de los grandes. Él, junto a Benzema, sostiene al Real Madrid en los días buenos y también en los días malos. Pero, a diferencia del delantero delantero francés, que lleva años a este nivel y ya no sorprende, lo de Vinicius ha sido una explosión algo inesperada. Antes, en junio, era un futbolista con unas habilidades espectaculares, con el regate como su arma principal, mientras que andaba a regañadientes con el gol. Ahora, hay que rascar mucho para buscarle defectos y nadie se atreve a hablar de él con la sorna con la que se hacía antes.
Suma once goles esta temporada: nueve en LaLiga y dos en Champions. Diez desde dentro del área y el del Sevilla desde fuera. Durante este curso se había comprobado su mejora en los remates desde corta distancia: desde levantar el balón al portero con suavidad hasta cruzarle la pelota cuando llega en carrera. Lo que no se había visto era su potencia para las distancias largas, aunque tampoco había probado en exceso. Apenas el 13 por ciento de sus disparos son desde fuera del área.
Sabe que no es su mejor virtud (o no lo era) y prefiere llegar hasta el área con el balón pegado y dejando atrás rivales. Pero frente al Sevilla ensayó una jugada muy de extremo a pierna cambiada, como es él: ir abriéndose, en paralelo al área, en vez de en vertical, hasta encontrar el hueco. Para eso, además de confianza en el regate, se necesita confianza en el disparo desde lejos.
No tenía mucha. Ahora también ha aprendido eso.