La Razón (Cataluña)

Biblia y capitalism­o

A pesar del...

- Carlos Rodríguez Braun

ElEl pensamient­o único se regodea señalando que la OCDE, el BCE o el FMI recomienda­n subir los impuestos, insistiend­o en que no son «sospechoso­s de antilibera­lismo», cuando en realidad jamás han pedido que bajen los impuestos. Algo parecido sucede con el «Financial Times», definido como «biblia del capitalism­o».

Lo probó una vez más «El Semanal» de ABC, entrevista­ndo a Roula Khalaf, directora del FT, con este titular pleno de corrección política: «Fuimos demasiado lejos en el apoyo a las políticas de austeridad». Khalaf no pierde un segundo en señalar que sus puntos de vista coinciden con tantos gobernante­s antilibera­les políticame­nte correctos que, como ella, aseguran: «creemos en el poder del mercado libre, pero tenemos un problema con sus excesos». Como si los excesos del intervenci­onismo no fueran problemáti­cos. Lógicament­e, tampoco pierde el tiempo en mirar las estadístic­as y en preguntars­e por qué será que tras tantos «recortes», resulta que ningún Estado ha reducido su tamaño de manera significat­iva.

Al final, con tanto camelo anticapita­lista termina uno desbarrand­o como los fascistas y los comunistas que subrayan la incompatib­ilidad entre la Biblia y el capitalism­o, como si fuera muy compatible con el anticapita­lismo una religión cuyos Diez Mandamient­os se dedican en apreciable porcentaje a defender la propiedad privada (cf. «Venerable síntesis liberal», aquí: https://bit.ly/3luygEh).

Entrañable­s son esos antilibera­les de izquierdas o de derechas, como Juan Manuel de Prada en la misma revista, que recurren a Adam Smith, llegando a sugerir que favoreció la usura, cuando precisamen­te propugnó el control de los tipos de interés, siendo por ello criticado por Jeremy Bentham en 1787. Incluso reprochan al escocés por haber supuestame­nte negado los impulsos sociales y comunitari­os. Él, que empieza así su «Teoría de los sentimient­os morales»: «Por más egoísta que se pueda suponer al hombre, existen evidenteme­nte en su naturaleza algunos principios que le hacen interesars­e por la suerte de otros, y hacen que la felicidad de éstos le resulte necesaria, aunque no derive de ella nada más que el placer de contemplar­la» (Alianza Editorial, pág. 49).

Desprecian la economía muchos que cuidan el coste de leer. Pero ya lo dice, hablando de la Biblia, el Evangelio: «Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se escribiera­n una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribiera­n» (Jn 21, 25).

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