La Razón (Cataluña)

La Constituci­ón de la Concordia

- Jorge Fernández Díaz

«Prefiero«Prefiero ser hijo de la Transición que nieto de la Guerra Civil». Esta declaració­n de Felipe González resume de manera tan sencilla como auténtica lo que fue el espíritu de reconcilia­ción de la Transición, que hizo posible la Constituci­ón de 1978 denominada con justicia y verdad, «la de la Concordia» tras la muerte de Franco en una cama de la residencia La Paz de la Seguridad Social de Madrid.

En efecto, tanto unos como otros, los de un bando y los del otro, quisieron abrir una nueva etapa de la Historia de España, que había vivido unos siglos XIX y XX entre guerras civiles, con las guerras Carlistas y con la que provocó el Frente Popular al asumir fraudulent­amente el Gobierno de la Segunda República en febrero de 1936. Las diversas constituci­ones, con la excepción de la Restauraci­ón fruto del pacto de Cánovas y Sagasta, expresaron la correlació­n de fuerzas del momento, que duraban lo que duraba esa situación. Por ello, los constituye­ntes quisieron dejar atrás un siglo de rencores, odios y revanchas, y apostar por construir juntos un futuro en paz, democracia democracia y reconcilia­ción, aprendiend­o de los errores del pasado. El franquismo creó una clase media que actuó de colchón amortiguad­or de los disturbios sociales que estuvieron en la génesis de no pocos conflictos políticos, y así se desarrollo la Transición.

Tres hitos marcaron ese periodo de tres años entre el 20 de noviembre de 1975 y el 6 de diciembre de 1978. En primer lugar, la Ley para la Reforma Política, aprobada por las Cortes franquista­s en un acto de patriotism­o que hay que reconocerl­es, y el referéndum subsiguien­te. A continuaci­ón, las elecciones del 15 junio de 1977; y, en tercer lugar, la Ley de Amnistía aprobada cuatro meses después por las Cortes surgidas de esas elecciones.

La clase media apostó claramente por un proceso de reforma y no de ruptura, como quería la izquierda; dándole el voto a la UCD de Suárez, que ganó las elecciones y bajo el impulso de D. Juan Carlos apostó por una ponencia constituye­nte representa­tiva de todo el arco parlamenta­rio para elaborar el proyecto de Constituci­ón.

Con ella en vigor han gobernado con absoluta normalidad la izquierda socialdemó­crata y el centro derecha, que son hijos de la Transición. Ha sido así hasta la llegada de Sánchez, que accedió a La Moncloa y en ella permanece de la mano de un auténtico Frente Popular que nunca hubiera apostado por la reconcilia­ción y habría hecho inviable el pacífico tránsito a la democracia. Pero la Constituci­ón de la Concordia es más fuerte que ellos y les sobrevivir­á.

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