La ciudad que no se cierra

ElEl Wall Street Journal, como antes Le Figaro, The Economist, el Corriere della Sera y tantos otros en Europa y América, destacaba el otro día la gestión de Isabel Díaz Ayuso ahora que vuelven a imponerse las restricciones, los cierres en hostelería y el pasaporte Covid en Europa. El rotativo neoyorquino titulaba: «Madrid, la ciudad que no se cierra». Elogiaba la «sensatez» y buen hacer de la presidenta durante las últimas olas de la pandemia, cuando mantuvo bares, restaurantes, hoteles y comercios abiertos pese a que nadie del Gobierno respaldaba la medida, e incluso contra el criterio general de la cúpula de su partido y los barones del PP en Galicia, Andalucía, Castilla-León y Murcia. España entera estaba cerrada. Madrid permaneció abierta. Con restricciones, pero libre. Tuve ocasión de viajar en ese tiempo a Barcelona, Valencia, Málaga y Canarias. Daba pena. Ni un alma en ningún lugar a partir de la seis. El motivo para tan drásticas medidas eran las nuevas y retiradas olas. Pero los resultados (contagios, hospitalizaciones, UCI y muertos) no fueron mejores que en Madrid, sino peores. Algo que trascendió nuestras fronteras y animó a personas de Francia, Italia, Alemania y otros países a viajar a la capital de España. Por eso barrió Ayuso en las autonómicas y se ha convertido en una mujer cuya gestión política es elogiada por medios de diferentes países, al margen de la línea editorial.

Ómicron nos pone a las puertas de otra ola, y ya tenemos de nuevo a media Europa confinada implantando el código de vacunación. Cuando Ayuso mencionó, a comienzos de la pandemia, la posibilidad de un pasaporte Covid, la izquierda entera la llamó nazi. Ahora son ellos los que imponen ese «pase» que llamaron fascista, y es Ayuso quien se mantiene firme en defensa de la libertad.

Isabel Díaz Ayuso se mantiene firme en defensa de la libertad