Zemmour, a la «reconquista» de la Francia decepcionada Carlos Herranz. El polemista anunció el nombre de su formación política ante unos 15.000 simpatizantes
► Celebra su primer mitin de campaña y es atacado por un manifestante antifascista que se infiltró en el acto
El ultraderechista Eric Zemmour, elemento perturbador del otoño político en Francia, realizó ayer su primer mitin electoral mostrando músculo al reunir una gran masa de 15.000 personas en Villepinte, al norte de París, según cifras optimistas de los organizadores ya que el pabellón no estaba lleno. Un primer gran acto de campaña del apodado por algunos como el «Trump francés» en el que apuntaló de mil maneras su argumento base: un destino apocalíptico y una idealización de un pasado glorioso francés. De nuevo, en el punto de mira de Zemmour, sus habituales blancos: los migrantes y el feminismo, especialmente. Un mitin cargado de pólvora y considerado de «alto riesgo» con más de cuatro decenas de manifestantes de diversas corrientes antifascistas detenidos en los aledaños del pabellón de Villepinte. Es más, el propio Zemmour fue atacado por otro de los asistentes que llevó sus manos al cuello del político y fue desalojado de inmediato por el servicio de seguridad. Por el momento no se han esclarecido sus intenciones.
Durante el acto, Zemmour reveló el nombre de su propia formación política con la que concurre a las elecciones presidenciales de abril: «Reconquête» (Reconquista). Un nombre en el que sintetiza dos ideas ejes de su programa: la nostalgia del pasado y la virilidad más patriarcal en este nuevo combate. Zemmour es nostálgico de un pasado glorioso de Francia al que le gustaría regresar. Según el polemista de 63 años, Francia es un país que está en declive desde la derrota de Napoleón en Waterloo y que ahora se encuentra al borde de la guerra civil y la extinción. Zemmour se presenta como un candidato-historiador que habla claro sobre estos episodios históricos y otros que han marcado la historia reciente del país como la guerra de
Argelia o la descolonización. Zemmour ha llegado a reivindicar a Philippe Pétain, el líder de la Francia que colaboró con los nazis en la deportación de judíos a los campos de concentración. Algunas de sus polémicas intervenciones en los medios le han valido varias condenas por incitación al odio racial. «Si yo gano, no será una alternancia en el poder sino el inicio de la reconquista del país más bello del mundo», proclamaba un exaltado Zemmour Zemmour en el mitin. La incógnita ahora es si la transgresión permanente funcionará en Francia como funcionó en EE UU con Trump con un candidato que comete serios patinazos con conceptos políticos pero que domina a la perfección el impacto en el «share» de audiencias. Y de momento, a menos de cinco meses de las presidenciales, la respuesta no está nada clara porque su figura va oscilando cada semana. A principios del otoño, cuando estuvo claro que sería candidato, se disparó en los sondeos y llegó a ser el favorito para quedar segundo y enfrentarse en la segunda vuelta al presidente Emmanuel Macron. Ahora empieza a perder fuerza. En las últimas semanas, Zemmour ha cometido varios patinazos que le han pasado factura. Los más recurrentes son sus enfrentamientos constantes con la prensa: desde bromear apuntando con un rifle en un salón de exposiciones a un grupo de periodistas hasta insultar al presentador del informativo más visto de Francia, Gilles Bouleau de TF1, tras su primera entrevista al anunciar su candidatura la pasada semana.
Los analistas coinciden en que Zemmour no tiene un programa para el país, que no está capacitado para hilar argumentos políticos y que difícilmente puede presentar propuestas económicas. Pero a sus seguidores esto les parece importar poco porque, ante todo, Zemmour representa un malestar francés. «Soy nostálgico y reaccionario», decía en 2018 al presentar uno de sus libros. Sus apelaciones constantes desde entonces apuntan a las vísceras para obtener una reacción. «Tenéis la sensación de no estar en casa», dice Zemmour en el vídeo en el que el martes anunció su candidatura. «Os sentís extranjeros en vuestro propio país. Sois exiliados del interior».
Mientras Zemmour celebraba su gran mitin a las afueras de París, varias centenares de manifestantes convocados por otros tantos sindicatos y asociaciones protestaron en el centro de la capital gala contra el «racismo» de la candidatura del polemista.
Son muchas las incógnitas sobre el verdadero recorrido que el «fenómeno Zemmour» puede tener de aquí a la fecha de los comicios, pero sí que son patentes un puñado de certezas: el ruido, los tropiezos constantes y sobre todo, la cristalización de un malestar muy francés entorno a temas no resueltos como el encaje del islam.