En la guerra, Hamilton Fran Castro.
► El inglés gana por delante de Verstappen e iguala el Mundial después de una de las carreras más duras de la historia
El Gran Premio de Arabia Saudí se convirtió en una carrera caótica llena de incidentes, interrupciones, neutralizaciones y mucho, mucho peligro. Ganó Hamilton, pero podía haber ganado Verstappen porque los dos lucharon con todas sus fuerzas. Los dos actuaron al límite del reglamento y sus equipos llevaron al extremo toda la normativa de la F-1. Eso sí, Verstappen fue un paso más allá y puso en peligro a su rival con una conducta que debería ser sancionada, aunque comprobar su intencionalidad será difícil a pesar de contar con toda la información gracias a la adquisición de datos.
En la salida, Hamilton mantuvo el tipo por delante de Bottas y Verstappen, pero una salida posterior del coche de seguridad por un accidente trastocó la carrera. Era la décima vuelta y Hamilton entró a cambiar neumáticos. Sorprendentemente, Verstappen no lo hizo y no entró porque Red Bull jugó la baza de que las barreras de seguridad de la zona accidentada tuvieran que repararse... y así fue. La carrera quedó suspendida con bandera roja y eso dio la opción a Verstappen de salir primero y poder cambiar sus ruedas durante la pausa como esta contemplado en el reglamento.
La segunda salida fue más accidentada todavía. Verstappen partió primero, pero Hamilton le robó la posición y ahí se produjo un primer contacto. Segundos después, nueva suspensión, esta vez, por accidente múltiple entre Pérez, Mazepin y Russell.
De nuevo salida desde parado y, esta vez, con parrilla modificada porque la dirección de carrera obligó a Verstappen a ceder una posición por defender con extremada dureza su plaza. Entró por la escapatoria y regresó a pista de forma peligrosa perjudicando al de Mercedes.
En la tercera y definitiva salida, Hamilton arrancó primero por delante de Ocon y Verstappen, aunque no le sirvió de nada porque porque el de Red Bull, en el límite, les pasó a los dos con una maniobra impecable. Desde entonces la carrera se convirtió en una persecución sin tregua entre Verstappen y Hamilton.
Y, por supuesto, pasaron muchas cosas. El de Mercedes intentó el adelantamiento a poco del final. Ambos se tocaron y Verstappen tomó ventaja por la escapatoria. La norma dice que el holandés debía ceder la posición tal y como le comunicó por radio su equipo por orden de los comisarios. Sin embargo, jugó sucio. Verstappen frenó bruscamente, bajó de octava a tercera marcha cuando lo normal es levantar el pie del acelerador, apartarte un poco y dejar pasar. Pero Hamilton se lo «comió». Rompió un lateral del alerón y los nervios cundieron en ambos equipos. Los nervios fueron tremendos. Verstappen cedió posición y una curva después volvió a adelantar. Algo que está prohibido. De nuevo la dirección de carrera mandó a Verstappen ceder la posición y ahí acabó la carrera porque, además, luego le sancionaron con cinco segundos. Y, además, una fisura en el neumático le hizo ralentizar su ritmo al final.
Red Bull y Verstappen jugaron muy al límite. Llevaron al extremo a sus rivales y también a los comisarios deportivos, que a pesar de las dificultades aplicaron bien el reglamento en todas las situaciones en las que se vieron envueltos los dos candidatos al título.
Los españoles no tuvieron un buen día. Sainz, que salió desde muy atrás, cruzó la meta en octavo lugar después de hacer una buena remontada. Continúa su record de no abandonos con Ferrari. Alonso no tuvo el día, algo sorprendente porque su compañero Ocon, con el mismo coche, perdió el tercer lugar del podio en el último metro de carrera a favor de Bottas.