La Razón (Cataluña)

Los socios de Sánchez y la Constituci­ón

- Francisco Marhuenda

ElEl PSOE fue fundamenta­l en la elaboració­n y aprobación de la Constituci­ón. Es verdad que los dirigentes socialista­s tienen una tendencia irrefrenab­le a la hora de apropiarse de todos los avances que ha tenido la democracia española hasta el extremo de que a veces respondo, irónicamen­te, que vivíamos en Atapuerca hasta que llegó Felipe González. Todos los gobiernos han hecho cosas buenas y malas, pero el balance desde su aprobación el 6 de diciembre de 1978 es extraordin­ariamente positivo. Por ello, poner en cuestión este periodo es un enorme disparate o una estrategia de aquellos que quieren destruir nuestra Carta Magna para romper España o imponer un régimen autoritari­o populista como pretenden Pablo Iglesias y sus colaborado­ras. Es verdad que ahora parece una quimera, pero no es la primera vez que sucede sin que nadie lo pudiera imaginar. La quimera puede ser tanto un sueño o ilusión que es casi imposible de conseguir como un monstruo fabuloso que se representa con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de dragón. Los antisistem­a y los independen­tistas temen que es en lo que acabe su intento de demoler nuestro sistema constituci­onal mientras que lo segundo es lo que interpreta­mos los demócratas ante sus actos.

Rusia, Cuba, Venezuela, Alemania, Austria, España… son algunos de los numerosos países a los que llegó el totalitari­smo mientras la gente no era consciente de lo que estaba sucediendo. Lo primero siempre es cuestionar el régimen constituci­onal. Es atacar a las institucio­nes para que se deterioren. Hace años que lo sufrimos mientras nos sentimos muy seguros en nuestra zona de confortabi­lidad porque estamos en la Unión Europea. La Constituci­ón es nuestra mayor garantía y solo los ignorantes o los malintenci­onados ponen en duda su vigencia. Los españoles nos tendríamos que sentir muy orgullosos de un texto que ha permitido avances extraordin­arios y que se sitúa entre los más avanzados del mundo. Ha permitido que se sucedieran los gobiernos de distinto signo y aplicaran sin problema sus programas electorale­s. Es verdad que no complace a los que odian a España y quieren su destrucció­n. Los independen­tistas no la quieren, pero tampoco los comunistas, los antisistem­a y los herederos de ETA. Esta realidad permite reafirmarn­os en que es el instrument­o adecuado para seguir progresand­o.

«La Carta Magna es nuestra mayor garantía y solo los ignorantes o los malintenci­onados ponen en duda su vigencia»

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