La Razón (Cataluña)

De las lágrimas a la gran bronca

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El Atlético ha terminado tres de los seis partidos de la fase de grupos con un expulsado

El Atlético pudo con todo ante el Oporto porque si había empezado prácticame­nte sin defensa por las lesiones de Giménez, Felipe, Trippier y Savic, en menos de un cuarto de hora se quedó sin su delantero, Luis Suárez, que se lesionó y se marchó entre lágrimas para que entrara Cunha. Tardó un rato en poder reaccionar y estar atento al partido después de una dolencia muscular que hizo que también le doliera el alma. Quien sí estuvo todo el rato fue Oblak para salvar (otra vez, y van...) a su equipo y permitirle que siguiera vivo. Entonces marcó Griezmann y llegó la bronca. La gran bronca. Primero por la expulsión de Carrasco, que se quitó de en medio de mala manera a Otávio. Las pulsacione­s estaban demasiado aceleradas y el belga no supo contenerse. Quien más quien menos entre la afición del Atlético ya estaba escribiend­o en redes sociales su lema de los dos últimos años: «Contra todo y contra todos»; después de sufrir la tercera roja en seis partidos en esta Champions: la de Griezmann contra el Liverpool, la de Felipe también contra los «reds», en Anfield; y Carrasco ayer. Pero esta vez la superiorid­ad numérica no le duró demasiado al Oporto. Ni un par de minutos. Wendell había entrado en el 63 y menos de diez después ya estaba en la caseta, después de sacar el codo en una acción con Cunha en la que el delantero brasileño exageró y el árbitro picó. Esa jugada dio paso al caos: los dos banquillos se liaron en una tangana que terminó con más expulsados, pero esta vez sin influencia porque era a miembros que estaban fuera, incluído Agustín Marchesín, el guardameta suplente de los portuguese­s. Acabó el partido y Luis Suárez ya se había secado las lágrimas y celebraba el triunfo con sus compañeros. «Nos jugábamos todos mucho y era como una final», explicó después Griezmann, quitando importanci­a a todos los incidentes, que después del partido no fueron a más.

El Atlético terminó cumpliendo de sobra y goleando, pero por si acaso antes el Liverpool también le había hecho un favor. Terminaron picados los ingleses y los españoles en sus duelos, pero Klopp no tiró el partido de Milán. Hizo rotaciones, pero estaban en el césped, por ejemplo, Salah y Mané. Venció el equipo red (12) remontando, y la victoria del Atlético, aunque hubiera sido por la mínima, ya servía.

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REUTERS Bronca después de la expulsión de Wendell

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