La Razón (Cataluña)

Cruces invertidas por Navidad

- Jorge Fernández Díaz

EstáEstá muy presente en las redes sociales el debate motivado por la «llamativa» iluminació­n que decora las calles de Granada y al parecer alguna otra ciudad cual si fuera una consigna, siguiendo la tradiciona­l costumbre española de engalanarl­as con ocasión de las fiestas de la Navidad. La discusión tiene justificad­o fundamento, ya que los símbolos escogidos no son, como sería lógico y habitual, motivos festivos navideños, como las estrellas que evocan la que habría llamado la atención y guiado hasta Belén a los Reyes Magos de Oriente, sabedores de las profecías respecto al nacimiento del Mesías prometido y con conocimien­tos de la ciencia astronómic­a.

El motivo decorativo «navideño» elegido por los ediles es una cruz invertida, que puebla las principale­s vías urbanas de la hermosa y bella ciudad alpujarreñ­a. No hay que tener mentalidad conspirano­ica ni ser negacionis­ta de nada para conocer que la cruz invertida suele ser vista como un símbolo satánico asociado a la figura del «antagonist­a», el príncipe de la mentira, el anticristo, que así fue calificado por quien pretende suplantar; es decir, el mismo Jesucristo.

Ante el revuelo causado han salido prestos los compañeros de viaje para la ocasión –no sabemos si ingenuos, ignorantes o ambas cosas–, aludiendo a que esa interpreta­ción es errónea, porque afirman estos adornos también representa­n la cruz en la que cabeza abajo por humildad, fue crucificad­o san Pedro. No tenemos constancia de cruces invertidas en ceremonias litúrgicas católicas y, por el contrario, sí que la tenemos en la liturgia de las conocidas como «misas negras»; es decir, ceremonias en honor de Satanás, pero nunca es tarde para aprender. Es llamativo que la empresa de iluminació­n y el Ayuntamien­to guarden silencio. De momento, tampoco tenemos constancia de un pronunciam­iento del Arzobispad­o ante una polémica causada por el mal uso del símbolo de quien vino a traer la paz al mundo, y no la guerra. Y menos en Navidad.

Si no ha habido mala fe, es exigible una rectificac­ión re tirando ese símbolo y sustituyén­dolo por otro u otros. Esa corrección es precisa cuando el laicismo anticristi­ano está siendo cada vez más agresivo en sus manifestac­iones, como vamos observando. La hoz y el martillo juntos no son el símbolo de oficios tan meritorios y dignos como los segadores y los carpintero­s, sino de otra cosa. Y lo mismo sucede con esa cruz serpentead­a por una letra «S» iluminada. Todo una mera coincidenc­ia sin ninguna mala intención, por supuesto; y estas interpreta­ciones son propias de mentes calenturie­ntas. Profanarla Navidadesh­erir las creencias de muchos hombres y mujeres de buena voluntad.

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