Una enmienda a la totalidad
LaLa reforma laboral está pensada para frenar el deterioro de las condiciones laborales de los trabajadores, pero eso solo es una parte. El sistema productivo actual no garantiza la competitividad de las empresas. Los fondos Next Generation son una oportunidad para recuperar el camino perdido pero, dependerá de su uso y de la solución de problemas estructurales como el energético o las causas del colapso de materias primas. Todas las partes involucradas deberían entender que si no crece el pastel seguiremos peleando por las migajas.
Esta reforma laboral supone una enmienda a la totalidad al modelo de competitividad que se ha instalado en Europa. Existen dos maneras para conseguir ser más competitivo: reducir los costes salariales o apostar por la innovación y la modernización que consiga mejores niveles de productividad y por tanto, abaratamiento de costes sin necesidad de reducir los salarios. De hecho, si mejora la productividad de cada trabajador, la consecuencia sería una mejora salarial del mismo y un mayor beneficio empresarial. Sin embargo, desde hace décadas pero, especialmente, desde la crisis financiera de 2008, la UE ha optado por el camino fácil, los recorte salariales. En esa clave se han inscrito las reformas de mercado laboral tendentes a limitar el poder de negociación de los empleados. La reducción salarial reduce el coste marginal en la producción, los precios se hacen más competitivos pero, a medio plazo, los asalariados pierden capacidad adquisitiva, se empobrecen y se generan problemas serios como el sostenimiento del sistema de pensiones en particular y el estado de Bienestar en general.
Pelearse por la manera en cómo se reparte la tarta es un error, el reto debería ser cómo lograr que el pastel sea mayor. Solo cambiando la estructura productiva se abre camino a la sostenibilidad.
Tomás Gómez Franco es profesor de ADE de la VIU-Universidad Internacional