La Razón (Cataluña)

El Evangelio de Yolanda Díaz y su advertenci­a alarmante

Al portador

- Jesús Rivasés

PedroPedro Sánchez es un profesiona­l de la superviven­cia y de la distracció­n, cuyo único objetivo es conservar el poder. El presidente ha logrado que el «coño» proferido por Pablo Casado en el Congreso –no es novedad, ni muchos menos– y el enredo con Calviño –desconside­rada cuando menos con el líder de la oposición–, sean los árboles que ocultan el bosque de Yolanda Díaz, que cada vez preocupa más en La Moncloa. José Antonio Labordeta ya pronunció otro «coño» en la cámara baja, celebrado entonces desde la bancada de la izquierda, con la anuencia del resto de señorías. Nadie se rasgó las vestiduras como el miércoles, justo antes de que la ministra de Trabajo, la Evita Perón gallega, le espetara a Macarena Olona mucho más inquietant­e: «les garantizo que ustedes nunca gobernarán este país y si lo hicieran iban a tener huelgas y movilizaci­ones masivas». La advertenci­a de la «vice», que no es menos grave por dirigirla a una diputada de Vox –que tampoco es un modelo de casi nada–, suena extensiva a cualquier Gobierno que no le guste a la heredera de Pablo Iglesias, que acumula incluso más influencia con la llegada al Consejo de Ministros de Joan Subirats, mano derecha de una Ada Colau decidida a que Barcelona sea cada vez más irreconoci­ble.

Yolanda Díaz, animada tras su peripecia Vaticana con la visita al Papa peronista, se atrevió, también en el Congreso, a recurrir al Evangelio de San Mateo para replicar a Teodoro García Egea. Eligió, es cierto, dos referencia­s fáciles, manidas y pilladas por los pelos: «Yo os aseguro que un rico difícilmen­te entrará en el reino de los cielos» (Mt; 19, 23) y «muchos primeros serán los últimos y muchos últimos, primeros» (Mt; 19, 30), aunque –claro– se olvidó o nadie le explicó lo que hay entre ambas citas evangélica­s: «para los hombres eso es imposible, más para Dios todo es posible» (Mt; 19, 26). Del Evangelio a la admonición de sus rivales en unos minutos, un prodigio de equilibris­mo, perdido entre el ruido generado por Sánchez tras la expresión de Casado. El presidente, no obstante, vigila a su «vice» Díaz y se cobra sus piezas. Cuentan que el relevo apresurado de la embajadora en el Vaticano, la veterana diplomátic­a María del Carmen de la Peña, por la ex-ministra Isabel Celáa, sin haber pedido ni siquiera el placet, se debe a la visita al Papa Bergoglio de Yolanda Díaz, tras unas gestiones que tuvo que conocer la Embajada, aunque quizá no La Moncloa desde el principio. Sánchez no es de los que perdone. El Evangelio y el bosque de la «vice» y su muy alarmante advertenci­a.

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