La Razón (Cataluña)

Muere el etarra Troitiño, condenado por 22 asesinatos

► Formó con De Juana e Idoia López uno de los grupos más sanguinari­os de la banda

- J. M. Zuloaga.

El etarra Antonio Troitiño Arranz falleció ayer, en un hospital de Irún, sin haber pedido perdón a los familiares de sus 22 víctimas mortales ni haber colaborado con la Justicia para aclarar los más de 300 crímenes cuya autoría se desconoce. La Justicia sí fue generosa con él y, el pasado mes de febrero, le concedió la libertad; le dejó salir de la cárcel madrileña de Estremera, donde cumplía condena, debido a que padecía una grave enfermedad.

Era, sin duda, junto a su hermano Domingo (el que estuvo en el «comando Barcelona» y perpetró, entre otros, el atentado de Hipercor) uno de los pistoleros más sanguinari­os de ETA.

El caso de estos dos individuos es el de aquellos que, llegados al País Vasco desde tierras «maketas» (resto de España), no encontraro­n mejor forma de integrarse que la de militar en el entorno proetarra y, finalmente, en la banda. Habían nacido en Tariego de Cerrato, en la provincia de Palencia.

Se trataba del típico miembro de ETA con un particular odio hacia la Guardia Civil –18 de sus 22 víctimas eran agentes del Cuerpo— que seguía sin discusión las órdenes de los cabecillas etarras.

El «talde» del que formó parte para operar en la capital de España fue uno de los más sanguinari­os y, tras ser detenido, en enero de 1987, por la Policía en la calle Río Ulla de Madrid, en una operación en la que intervinie­ron los GEOS, no tuvo ningún inconvenie­nte en describir con todo detalle sus crímenes cometidos en la ciudad contra la Guardia Civil.

El «comando» estaba formado, además, por José Ignacio de Juana Chaos, «Iñaki»; Idoia López Riaño, «Margarita»; y Juan Manuel Soares Gamboa, como miembros «liberados» (fichados y a sueldo de la banda). De estos cuatro, de Juana sigue prófugo de la Justicia.

El 25 de abril de 1986, el «comando» asesinó a cinco agentes de la Benemérita en la calle Juan Bravo de Madrid. El terrorista relató su participac­ión, y la de sus compinches, en la acción criminal: «Para llevar a cabo la acción nos dividimos por parejas, yendo en primer lugar Idoia y yo y luego, para confirmar, Iñaki y Gamboa. Cuando comprobamo­s que el Jeep pasaba por allí todos los días a la misma hora; en el piso de la calle Carranza 11, los miembros del “comando“decidimos cometer el atentado. Para realizar la acción, Iñaki, Esteban y yo preparamos un Seat 124, comprado por él, con tres ollas de explosivo y tornillerí­a para aumentar los efectos mortíferos del material explosivo. Una vez preparado, le colocamos las placas de matrícula que habíamos cogido de un coche abandonado (...) Una vez allí, nos colocamos en una calle paralela a la izquierda de Juan Bravo, y, mientras Gamboa permanecía al volante, me coloqué en un lugar estratégic­o de una plaza desde donde tenía visión directa del Seat 124. Cuando el Jeep pasó a la altura del 124, no tuve más que accionar el mando para provocar la explosión, puesto que Iñaki había dejado colocadas las frecuencia­s»

El 14 de julio del mismo año, el atentado contra la Guardia Civil fue perpetrado en la Plaza de la República Dominicana, con el balance de 12 agentes asesinados: «La informació­n para este atentado la obtuvimos Iñaki, Idoia, Gamboa y yo durante unas vigilancia­s que hicimos sobre el Parque de Automovili­smo de la Guardia Civil, en las que se observaba la salida de un autocar que rutinariam­ente pasaba por la Plaza de la República Dominicana. (...) La furgoneta que cargamos de explosivo la había comprado Iñaki en el Rastro y la preparamos en el garaje de la calle Sambara los cuatro miembros del “comando” (...) yo me coloqué en una parada de autobús próxima con visión directa para accionar el mando a distancia en el momento en que el autobús pasara a la altura de furgoneta. El dispositiv­o eléctrico lo había dejado perfectame­nte a punto Iñaki».

En abril de 2011, tras una polémica interpreta­ción del Código Penal, salió de la cárcel de Huelva. Tan sorprendid­o estaba de su puesta en libertad, que no había nadie esperándol­e. Tuvo que echar mano de los 70 euros que le quedaban de su pecunio penitencia­rio para hacer unas llamadas en una cabina cercana y solicitar un taxi que le recogiera. Después, se le perdió la pista hasta que fue localizado por agentes de la Comisaría General de Informació­n (CGI) en Londres, donde fue detenido, en 2012; y, definitiva­mente, en 2014, para, posteriorm­ente, ser extraditad­o a España. Se había reintegrad­o en ETA, en el «aparato de refugiados».

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EFE El etarra Antonio Troitiño, tras ser entregado a España por las autoridade­s británicas

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