La Razón (Cataluña)

Suspenso en economía

- Mikel Buesa

ElEl gobierno prometió que a estas alturas la crisis económica provocada por la epidemia estaría superada y resulta que nuestra renta por habitante es ahora un siete por ciento más baja que antes del Covid. Y si alguien quisiera albergar el consuelo del mal de muchos, habría que decirle que España es el país europeo con peores resultados en esta materia, el último de una cola en la que también están Portugal, Malta y Eslovaquia. Claro que, se nos dice, el empleo se ha recuperado, pero resulta que las horas trabajadas son ahora menos que hace dos años y los salarios reales por persona han caído por debajo del nivel de entonces. También lo ha hecho la productivi­dad y de una manera escandalos­a, pues, salvo en Estonia, esto no ha ocurrido en ningún país europeo. Que la productivi­dad vaya mal nos hace vislumbrar un futuro decadente y, tras de él, un nivel de vida en retroceso. No me extraña que, por ese mismo motivo, la mayor parte de los españoles ha acabado no fiándose del porvenir y guarda en su calcetín todo lo que le dan de sí sus cada vez más menguados ingresos. Ahí están las estadístic­as del ahorro para corroborar­lo, pues resulta que su cuantía duplica la proporción de la renta que se anotaba tradiciona­lmente en ellas. Estamos así en una situación en la que la preferenci­a por la liquidez afecta severament­e a la inversión, pues aunque hay suficiente­s fondos presta bles, sus propietari­os optan por mantenerlo­s en forma de d in ero.Keyn es se refirió hace muchos años a este problema, destacando que podía dar lugar a la inoperanci­a de la política monetaria. Y para salir de él sería necesario, como apuntó Krugman, aumentar poderosame­nte la inversión pública.

Sin embargo, para nuestros gobernante­slo único que cuenta en materia de política económica es estimular el consumo. Y van así soltando dinero en forma de subsidios y subvencion­es que, debido a las restriccio­nes de la oferta de bienes y servicios, alimentan la inflación. Entre tanto, presupuest­an un volumen de inversión que, contemplad­o en perspectiv­a, es notoriamen­te inferior al que, en promedio, se venía manteniend­o en España desde hace cuatro décadas. Todo esto se convierte así en un disparate, en un suspenso en economía.

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