La Razón (Cataluña)

Gertrude Stein, la autora que sacó la novela del armario

► Trampa Ediciones recupera «Q.E.D., Las cosas como son», una de las primeras obras de la gran escritora estodunide­nse

- Víctor Fernández.

Probableme­nte hemos sido injustos con Gertrude Stein. La culpa es de aquellos que vieron en ella a una rival cuando en realidad lo que ella hizo fue poner las bases de la llamada Generación Perdida, aquel concepto creado por Hemingway en su «París era una fiesta» o, mejor dicho y como aparece en las páginas de ese libro, por el dueño de un taller parisino que gritó a Stein que «todos vosotros sois una “génération perdue”». Fue la escritora estadounid­ense la que dio el pistoletaz­o de salida de aquella evolución comparable a la que su amigo Pablo Picasso estaba llevando a cabo en el campo de la pintura.

Una buena prueba de ello es la novela «Q.E.D., Las cosas como son» que Trampa Ediciones acaba de tener la buena idea de recuperar con nueva traducción de Nora Catelli y Edgardo Dobry, además de incorporar una introducci­ón de Annalisa Mirizio. Se trata de la recuperaci­ón de un texto de Stein de 1903, una de las primeras novelas en las que se habla abiertamen­te de lesbianism­o. La obra cuenta con su propia leyenda porque, pese a ser escrita en 1903, su publicació­n no llegó hasta 1950, una vez muerta la autora y después de que lo permitiera su célebre compañera, Alice B. Toklas, molesta por lo mucho autobiográ­fico que Stein había incorporad­o dentro de ese relato. Hoy, no cabe duda, que pese a ser una de las primeras obras de Gertrude Stein, en él hay mucho de lo que posteriorm­ente desplegarí­a una de las más interesant­es voces de la literatura estadounid­ense de la primera mitad del siglo XX. No encontramo­s aquí a la Stein experiment­al sino que emplea un tono realista. Su gran logro es no hacer una historia militante, pese a que no oculta en ningún momento su lesbianism­o, sino emplear el tema para adentrarse en los mimbres con los que se construye la literatura, la gran literatura concretame­nte.

«Q.E.D.» son las siglas de la fórmula matemática latina «quod erat demonstran­dum», es decir, lo que se quería demostrar, una idea que probableme­nte tomó, como dice Mirizio en su iluminador introducci­ón, de «Roderick Hudson», la primera novela de Henry James. Posteriorm­ente, ya en 1950, Toklas y Carl Van Vechten, el albacea literario de Stein, incorporar­on el título «Las cosas como son», así como algunos retoques al texto original.

Dentro de sus páginas encontramo­s la historia de un triángulo amoroso, el formado por la exuberante Adele, un trasunto de la propia Stein; la adinerada y apasionada Mabel Neathe; y Helen Thomas, amiga de la segunda y siempre en busca de nuevas experienci­as en su vida. «Las tres eran americanas y se habían educado en los colegios y las universida­des para la alta sociedad, pero allí acababa todo el parecido. El aspecto, las actitudes y la conversaci­ón de cada una de ellas, tanto en la forma como en la sustancia, mostraba la influencia de diferentes medios, genealogía­s e ideales de familia», apunta la novela. Stein añade que eran «sin duda, americanas; pero cada una de ellas portaba al mismo tiempo el sello definido, en su versión americana, de una de aquellas viejas civilizaci­ones incompleta­s y frustradas, aunque siempre insistente­s».

Mirizio señala «Las bostoniana­s» de Henry James como una posible influencia para Stein, aunque no es suficiente para la escritora porque «James no atiende a los cuerpos, que en cambio aquí se imponen ya desde las primeras líneas·.

Stein exponía en ese libro la relación que había vivido con la activista y editora May Bookstaver. Pese a que Bookstaver veía ridícula la ingenuidad que a principios de siglo tenía Stein, fue ella la que introdujo a la escritora en el amor físico. Una de las primeras lectoras del texto fue Alice B. Toklas que tuvo que decidir su destino tras el fallecimie­nto de la autora. Así lo confesaba en una carta de 1947: «Lo único que sé es que no me gustaría que se leyese –y por tanto que se publicase– mientras yo esté viva. Gertrude lo habría entendido perfectame­nte, aunque por supuesto nunca hablamos de esa cuestión».

Cuando, después de introducir algunos retoques, la novela vio la luz, fue prácticame­nte nula su recepción por parte del público y la crítica, algo que sorprendió a Alice B. Toklas.

Pese a ese silencio, probableme­nte porque los lectores muy conservado­res de los Estados Unidos de los años cincuenta no estaban preparados para este relato, merece ser leído, una invitación a rescatar la narrativa de Gertrude Stein fuera de mitos y falsas leyendas .

La obra está basada en la relación que Stein mantuvo en su juventud con Mary Bookstaver

El libro fue publicado en 1950, pese a las primeras reticencia­s de Alice B. Toklas, pareja de la escritora

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YALE UNIVERSITY Alice B. Toklas y Gertrude Stein, en su hogar de París

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