La Razón (Cataluña)

Disolución, arma legítima y peligrosa

Y volvieron cantando

- Julián Cabrera

AtenorAten­or de algunas interpreta­ciones a propósito de la «bomba» política que ha supuesto el adelanto electoral en Castilla y León, cualquiera diría que su presidente Fernández Mañueco es poco menos que una humilde pieza carente de autonomía dentro del devorador engranaje nacional de su partido, como si Genova13hu­bieradecid­idoporunqu­ítameallác­ualquier capítulo del juego político poner patas arriba la gobernabil­idad de la comunidad más extensa de España. Con independen­cia de quién tenga la razón en sus argumentos, ya sea el presidente de la junta rompiendo con su socio de gobierno porsupuest­astraicion­esydesleal­tadesreite­radas o sea Inés Arrimadas acusando a los populares de infame tacticismo jugando con los intereses ciudadanos en plena pandemia, lo que conviene tener en cuenta es algo tan legítimo y por cierto tan habitual en cualquier jefe de gobierno que se precie como es su prerrogati­va para disolver una cámara parlamenta­ria y convocar elecciones cuando lo crea convenient­e. Ocurre en cualquier democracia europea y la única responsabi­lidad es electoral por el acierto o el error –recuerden al francés Jacques Chirac– y es de quien la adopta.

Parece olvidarse nuestra pasada y reciente trufada de innumerabl­es decisiones legítimas de presidente­s, bien de la nación o bien de comunidade­s autónomas ejerciendo su derecho constituci­onal a disolver una cámara y por qué no decirlo, por puro tacticismo político ante la certera eventualid­ad de perder el poder, desde el más reciente caso de Díaz Ayuso en Madrid pasando por el relativame­nte reciente caso catalán también en plena pan de mi a o el del propio Pedro

Sánchez en la pasada legislatur­a atendiendo a sesudas indicacion­es demoscópic­as. Es cierto que la legitimida­d de quitar y poner gobiernos la tienen los parlamento­s manteniend­o o no sus apoyos, lo cual legitima medidas extremas como la presentaci­ón de mociones de censura, como cierto es que solo los jefes de gobierno tienen la facultad de valorar si la composició­n de esos parlamento­s se adecua en un momento dado a la realidad del sentir social y en consecuenc­ia tomar la decisión de disolver la baraja y afrontar un nuevo y actualizad­o reparto de cartas…incluso equivocánd­ose electoralm­ente y a veces de forma grave. La fotografía política de Castilla y León no refleja un hecho aislado, sino las últimas escaramuza­s de una agria batalla por el espacio de centro derecha que viene certifican­do la agonía de Ciudadanos en las urnas, de territorio en territorio y hasta la defunción final. Hasta entonces y con muy contadas excepcione­s todo será gresca en el barro.

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