La lotería del caos
Opinión Sabino Méndez
EsEs innegable que tenemos el presidente más guapo de toda la Unión Europea; ahora bien, podría acompañar esas impar donosura con alguna tarea de gobierno. Nadie pone en duda su capacidad para provocar orgasmos múltiples entre las sillas ante la sola perspectiva de sentarse sobre ellas, pero eso no aporta para obtener medidas sanitarias urgentes y efectivas.
El domingo pasado, Sánchez trastocó todas nuestras agendas anunciando una comparecencia urgente en la que iba a hacer una declaración institucional. Todo el mundo pensó que sed is ponía a anunciar alguna medida determinante para la estrategia anti-covid de estas navidades, pero sorprendente mente salió luego y no dijo nada, fuera de vaguedades y de que esta semana iba a reunirse con los presidentes autonómicos. Si esa es la idea que tiene de una declaración institucional, me hubiera gustado escuchar su declaración de matrimonio, que debió ser sin ninguna duda curiosa. Los españoles nos quedamos todos con cara de bobo y, dos días después, el país batía su record de contagios diarios. Mientras todo esto pasaba, los presidentes regionales empezaron a tomar medidas medidas por su cuenta, cada uno a su aire y como dios les dio a entender. Por supuesto, todos ellos lo hicieron quejándose y sin perder de vista ni por un momento que todo lo que estaban decidiendo podía saltar por los aires dos días después en la reunión de coordinación con Así que cabe preguntarse ;¿ no hubiera sido mucho más eficaz y sensato que tuvieran ya unas guías concretas a las que atenerse ese mismo domingo en lugar de estar admirando la foto ge ni ad e Sánchez mientras no decía nada?
El resultado de toda esta ceremonia de la confusión son contradicciones y paradojas clamorosas. En Cataluña, pocas horas después de que Pedro hiciera su declaración institucional sin nada que declarar, aparecía el consejero de regional de salud y anunciaba que, en esa autonomía, se dictaba el toque de queda desde la madrugada hasta casi el amanecer. A nadie se le pasó por alto que, para anunciar una medida tan drástica (que difícilmente pasará el filtro de los tribunales dada la jurisprudencia que ya se ha establecido los últimos meses) el propio presidente regional escurrió el bulto y mandó aun subalterno para que lo comunicar a, en lugar de hacerlo él tal como la trascendencia de la medida exigía. Con lo cual, los contribuyentes nos encontramos en la curiosa situación de que somos convocado sauna comparecencia rimbombante en día de fiesta donde el presidente del gobierno no nos dice nada y luego, unas horas después, se nos notifica –de tapadillo, atropelladamente y enviando a un segundón– que nuestras libertades de desplazamiento van a ser coartadas según la región en la que vivamos. Una iniciativa de tal calibre debía haber sido comunicada y defendida por el propio presidente autonómico, pero este se convirtió en incorpóreo en el momento en que más se lo necesitaba. ¿Por qué? Pues, evidentemente, porque Pedro Sánchez les había dejado en una tierra de nadie enormemente incómoda. La velocidad conque están subiendo las cifras de contagio, exige también velocidad en la toma de decisiones. La tan cacareada cogobernanza (quienquiera que sepa lo que es eso) si algo no es, es rápida. La coordinación, la burocracia, tarda. Y ahora, la gran diferencia es que ya ha habido sentencias y no pueden tomarse grandes medidas restrictivas que no tengan en cuenta el artículo 166 como herramienta. Contraer o no el virus es ya una verdadera lotería, así que no es extraño que Sánchez haya convocado la reunión de coordinación el día que se sortea el Gordo. Así, el foco mediático (ocupado en el tradicional evento del año) dedicara menos espacio al otro tema. Pero si de una reunión como esa lo único que sale es la obligatoriedad de las mascarillas en público, podemos decir que se ha fracasado lamentablemente en la reacción ante la situación navideña.
Nos dejan en una tierra de nadie enormemente incómoda