El «bluff» del Kremlin
ElEl 17 de diciembre, el Ministerio de Exteriores de Rusia publicó el «proyecto» de un tratado entre Rusia y Estados Unidos sobre «garantías de seguridad». Este es un documento extraordinario que, en mi opinión, demuestra que los líderes rusos perdieron el contacto con la realidad. Rusia exige que se considere que todos los Estados «que antes eran parte de la Unión Soviética» no poseen la soberanía total: no solo no pueden convertirse en miembros de la OTAN, sino que tampoco pueden albergar bases militares estadounidenses. Además de eso, Rusia está dispuesta a excluir la presencia de cualquier ejército aliado en países donde no han estado estacionados antes de la ampliación de la OTAN de 1997 (eso significa que las tropas estadounidenses o alemanas no pueden estar estacionadas en Polonia o Letonia, si este tratado es firmado y ratificado).
La medida rusa se convirtió en un paso más en una serie de acciones que Occidente considera irresponsables como las guerras en Georgia y Ucrania o la injerencia en las elecciones de EE UU. Nada de esto le costó mucho a Rusia. Una y otra vez, Occidente optó por un «reinicio» y creyó que el apaciguamiento podría ser una buena estrategia para lidiar con un antiguo imperio actualmente gobernado por un funcionario de la KGB. Esta estrategia, sin embargo, no produjo nada más que una insolencia creciente.
El ultimátum ruso es un engaño nacido en la mente de un dictador que ha sido repetidamente llamado el líder más grande del mundo no solo por sus propios secuaces, sino también por los medios y comentaristas occidentales. Es como si Madrid exigiera a cualquier nación extranjera que obtuviera su permiso antes de firmar tratados con México o Filipinas. Occidente debería descartar la idea misma de iniciar conversaciones.
Es como si Madrid exigiese a otros su aval para pactar con México