¿Otra foto de Díaz y Garamendi?
Opinión César Lumbreras
SalvoSalvo sorpresa de última hora, hoy puede anunciarse el acuerdo a tres bandas entre el Gobierno, los sindicatos y la patronal sobre la reforma de la reforma laboral que decidió en su momento el PP. Ayer quedaban por solventar algunos flecos, para unos, cortinones, para otros, en materia de temporalidad, pero todo hace pensar que el pacto se toca con la mano. Aunque, como dicen en Bruselas, para el caso de las negociaciones más largas y complicadas, que allí son muchas, «hasta que no se cierra todo, no hay nada cerrado», o sustituyendo esta expresión por otra más castiza, «hasta el rabo todo es toro». Supongo que la vicepresidenta y ministra del ramo, Yolanda Díaz, está deseando «echarse», como dicen en muchos pueblos, otra foto con Antonio Garamendi, el patrón de patronos, aunque dudo mucho que este último, vista la instantánea de la semana pasada y la expresión expresión de su cara, arda en deseos en posar para otro «retrato». Pero todo apunta a que no va a tener más remedio.
Si finalmente las cosas no se tuercen y hay pacto, llegará el momento de analizar sus repercusiones económicas y, especialmente, políticas. Estoy seguro de que todas las partes lo «venderán» como un gran éxito. Para ello, unos argumentarán que se ha mantenido el grueso y, sobre todo, lo más importante de la reforma laboral del PP. Otros, por el contrario, dirán que se ha logrado un cambio sustancial de la misma. Y, finalmente, Yolanda Díaz se presentará como gran muñidora de este importante acuerdo, con grandes repercusiones, políticas, económicas y sociales, e intentará acrecentar su capital político. Esto último supone también un riesgo, porque desde La Moncloa necesitan apuntarse el tanto de cara a Bruselas, pero, en clave interna, cualquier cosa que beneficie a Yolanda no creo que sea visto con mucho agrado por parte de Pedro Sánchez. Intuyo que, a la hora de escribir esta columna, las partes en cuestión estaban en la redacción definitiva del texto, peleándose por las comas y cerrando algunas cifras. Es un momento muy peligroso, porque, como dice el refrán, el diablo está en los detalles