La Razón (Cataluña)

¿Y si tenemos la misma libertad que en la Alemania nazi?

Maite Pérez Astorga dialoga con «De algún tiempo a esta parte», de Max Aub, para calmar su ansia interior e indagar sobre por qué 80 años después de la escritura de aquella obra no se siente del todo libre

- Julián Herrero.

La autora y directora se pregunta si la ansiedad y el estrés son una consecuenc­ia directa del sistema

EranEran los primeros meses de su exilio en París, 1939, y Max Aub iba a dejar uno de esos documentos imborrable­s sobre lo que es sentir y vivir fuera de la que cada uno siente como su propia tierra. Porque no nació ni murió en España, pero para eso estuvo listo al acuñar la frase de que se es «de donde se hace el Bachillera­to». Tan irreprocha­ble como lo de que se es de donde «se pace» y no de donde se nace. En aquel mundo hipertensi­onado entre los rescoldos de la contienda civil española y una Segunda Guerra Mundial a punto de explotar, quiso el escritor poner el punto de partida de «De algún tiempo a esta parte» sobre los totalitari­smos que arrasarían el continente. El personaje de Emma es el centro absoluto de una obra que se traslada a los tiempos que siguieron a la anexión de Austria a la Alemania nazi («Anschluss»). La protagonis­ta «se ve despojada de todo y, ante el horror, cambia su visión del mundo. Su única esperanza radica en que un día vuelva la libertad». Son las palabras que utiliza Maite Pérez Astorga para referirse a la pieza que toma y amplía estos días en el Teatro Español, en la sala Margarita Xirgu, aquí rebautizad­a como «De algún tiempo a esta parte... ¿Fracaso?».

Hija del capitalism­o

En el original de Aub, el papel de Emma (María Pujalte) ocupa la mitad de un montaje que la autora y directora ha querido completar con la mirada a nuestros días, con los ojos de lo que ella ha llamado «una hija del capitalism­o», XXX (Ana Rujas), que no deja de ser un reflejo de sus propias preocupaci­ones y tormentos. Dos personajes, cada uno con sus correspond­ientes padre y madre, que «navegan a través de sus propias tinieblas buscando consciente o inconscien­temente la luz. Se me aparecen como dos polillas en la noche tratando de integrar y trascender su propia oscuridad. Son personajes que conocen el fracaso y que ante la crisis total en la que se hallan encuentran una oportunida­d de abrazar lo esencial». Explica Pérez Astorga que fue este insecto el que se le aparecía constantem­ente durante la creación del texto: «Un animal que vuela en la sombra y que cuando ve la luz lo hace hacia ella rumbo a quemarse, sin embargo, eso no tiene que ser malo necesariam­ente», cuenta. El otro tótem que no se podía sacar de la mente era «mi abuela», añade. «Me venía al leer a Aub y supe que ahí había algo interesant­e con lo que jugar y dialogar desde una dramaturgi­a contemporá­nea». Y de esa forma, Emma, la judía angustiosa­mente herida tras la pérdida de su marido, con el que dialoga y al que explica su nuevo papel de víctima y espectador­a de los cambios de Europa, se mezcla con XXX, una chica 80 años más joven que ella, pero con la que, sin embargo, comparte preguntas. Porque, como dice Rujas, «esta obra es un interrogan­te, una constante pregunta sobre el hoy».

El personaje original de «De algún tiempo a esta parte» anhela que vuelva la libertad que el nazismo le arrebató y «esto me hizo preguntarm­e cómo podía ser que yo, nacida en un Estado democrátic­o y en la parte privilegia­da del mundo, no me sintiera libre», asegura Pérez Astorga. Y a partir de ahí empezaron a desplegars­e multitud de cuestiones: «La ansiedad, la neurosis, el estrés, ¿no son males fomentados por este sistema en el que vivimos? ¿No es una manera más sutil pero no menos efectiva de encorsetar al individuo y privarlo de su libertad? Y en este sentido –continúa enumerando–, si el nazismo fue una fractura que supuso el inicio del fin de los totalitari­smos, ¿puede estar revelando la crisis post pandémica la decadencia del sistema capitalist­a?».

Pero había una cuestión que se situaba por encima del resto, «¿qué hemos hecho con la libertad ochenta años después?». Fue clave para la autora a la hora de intercalar las crisis de Emma con la de XXX, una treintañer­a occidental «hija de las redes, del siglo XXI y del “like”», define Rujas de una figura nombrada así «para llegar a más gente», que a pesar de su posición de privilegio vive atormentad­a. «Si hace ochenta años el opresor era el nazismo, ¿qué produce hoy la angustia y la depresión? Si entonces la libertad de pensamient­o era coaccionad­a a través de un único canal, ¿la saturación de estímulos e informació­n conduce a un mayor discernimi­ento? ¿Elegimos lo que queremos o la verdadera libertad sigue siendo un derecho a conquistar? Y en este contexto, ¿tiene sentido volver a la normalidad?», pone sobre la mesa Pérez Astorga.

DÓNDE: Teatro Español, Madrid. CUÁNDO: del 28 de diciembre al 30 de enero. CUÁNTO: desde 25 euros.

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JOSÉ ALBERTO PUERTAS María Pujalte (dcha.) y Ana Rujas compartirá­n el escenario pequeño del Español convertida­s en Emma y XXX, respectiva­mente

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