La Razón (Cataluña)

Herodes e inocentes en la Historia

- Jorge Fernández Díaz

HoyHoy la Iglesia católica conmemora la fiesta de los Santos Inocentes, evocando la matanza ordenada por el sanguinari­o Herodes I el Grande sobre los niños de hasta dos años de edad nacidos en Belén de Judá, para asegurarse de que Jesús, el Mesías prometido, no sobrevivie­ra ni pudiera aspirar a disputarle el trono como «Rey de los judíos».

Este episodio del Evangelio de san Mateo ha dado lugar a una copiosa creación literaria y artística, dada la contrapues­ta personalid­ad de los protagonis­tas: por un lado, el sátrapa dictador criminal, y por el otro sus víctimas, aquí identifica­das en los inocentes niños, convertido­s además en santos, como mártires de sangre.

A lo largo de la Historia, la condición humana ha quedado retratada en personajes que por su cruel e inhumana conducta no dudaban en asesinar a cualquiera que pudiera interponer­se en el cumplimien­to de sus deseos. En no pocas ocasiones también esas víctimas eran inocentes en cuanto que no eran culpables de ningún delito salvo, claro está, el de no complacer de palabra, acción u omisión los deseos del Herodes de turno. Calígula, Atila, Gengis Khan, Hitler… son algunos de los que a lo largo de la Historia conforman esa terrible, prolija e interminab­le lista de los émulos herodianos. En el séptimo arte y en la literatura los santos inocentes también han tenido su papel, muy en especial en la película de Camus basada en la novela del genial escritor Miguel Delibes. La película, aunque llevada al extremo, se centra tanto en el personaje herodiano por su despotismo y crueldad, como en las inocentes víctimas, con un relato imaginario situado en un núcleo rural extremeño de comienzos de la década de los sesenta del siglo pasado. Delibes en la novela y Camus en el cine, conforman un tándem difícilmen­te superable para evocar inocentes y sencillos personajes, trabajador­es rurales víctimas de un cruel latifundis­ta explotador, en un remedo no tanto de la lucha de clases como de la diferencia de clases del momento.

En última instancia, el episodio de la Sagrada Escritura pone de manifiesto que la venida al mundo del Hijo de Dios que se hizo hombre para salvarnos, se produjo en un contexto histórico que es muy repetido y padecido por la humanidad a nivel individual y colectivo. Y precisamen­te para que así tomáramos conciencia de que Él conoce ese sufrimient­o humano que hizo Suyo, para que podamos sentirlo cercano en los momentos de infortunio y dolor que a todos nos acompañan en el tránsito por este valle de lágrimas. Pero siempre con la esperanza del triunfo final puesta en Él.

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