Aviso de la CEOE: «No se puede tocar ni una coma de la reforma»
► Los empresarios amenazan con romper el diálogo social si hay cambios en el texto en el Congreso J. de Antonio.
El Consejo de Ministros aprobará hoy el real decreto que recoge la reforma laboral aprobada por los agentes sociales con el Ejecutivo, que modifica la auspiciada durante el Gobierno de Mariano Rajoy, y que entrará en vigor una vez sea publicadaen el BOE del día 29. Tras prácticamente un año de intensas negociaciones, la semana pasada se logró cerrar un acuerdo –considerado como «histórico» desde Moncloa, aunque haya sido de mínimos en muchos aspectos y sin la derogación que anunciaron– con las patronales CEOE y Cepyme y los sindicatos por el que se han implantado una nueva normativa laboral.
Pero ante los rumores de cambios normativos en el texto final que se apruebe en el Congreso de los Diputados –varios partidos que apoyan habitualmente las iniciativas del Gobierno (como ERC, Bildu o el PNV) ya han avisado que quieren cambios o votarán en contra–, los empresarios han avisado de que no permitirán que se «cambie ni una coma» del texto al que dieron su apoyo en el comité ejecutivo de la confederación confederación empresarial –pese a que hubo disensiones internas y manifestaciones contrarias al acuerdo por parte de federaciones tan importantes como la de Madrid (CEIM), Cataluña (Foment), de agricultores (Asaja) o de la automoción (Anfac)–.
El propio presidente de la patronal, Antonio Garamendi, quiso dejar aclaro ayer que «lo pactado no se toca. El Parlamento tiene legitimidad de aprobar o no, pero entonces no será nuestro acuerdo, será otra cosa». En concreto, el dirigente empresarial ha rechazado directamente la petición del PNV de que el convenio autonómico tenga prevalencia, Garamendi ha rechazado este punto que «rompería la unidad de mercado. Si esto entrara, nosotros nos salimos de ese pacto».
Además, fuentes empresariales consultadas por LA RAZÓN manifestaron que si se cambiara alguno de los términos del texto definitivo que les enviaron y sobre el que dieron su visto bueno, el diálogo social quedaría roto, por lo que «no tendría sentido volver a sentarse a negociar. Por nuestra parte no volveríamos a ninguna mesa, sería una traición y un incumplimiento gravísimo y sin precedentes».