La Razón (Cataluña)

Eco-calipsis

- Carlos Rodríguez Braun

ElEl apocalipsi­s ecológico es anunciado por todos los medios y todas las tribunas. Hasta ha sido acuñado el término «emergencia climática». Entre tanto, pocos recuerdan que el apocalipsi­s del planeta por culpa de la gente libre es un cuento antiguo. Malthus auguró el desastre demográfic­o en 1798. Y el espantajo ecológico tiene también sus años: otro economista inglés, Jevons, pronosticó el fin del carbón en 1865. Tony Heller recopiló en «Real Climate Science» una interesant­e cantidad de estas prediccion­es catastrofi­stas equivocada­s (https://bit.ly/3q0AE7b).

En los años 1960 ya se hablaba del colapso inminente. Brillaba entonces la estrella del profesor Paul R. Ehrlich, de la Universida­d de Stanford, porque estas lumbreras meten la pata, pero desde ilustres templos del saber, que predijo la inanición masiva por la explosión demográfic­a. Los acompaña siempre la ONU y la prensa políticame­nte correcta: el New York Times informó (es un decir) en agosto de 1969 de que la humanidad iba a desaparece­r en veinte años.

El científico James P Lodge predijo en 1970 grandes cambios en el clima para el primer tercio del siglo XXI, o sea, ahora, pero no avisó de un calentamie­nto sino de un enfriamien­to, una nueva edad de hielo. En cualquier caso, siempre se iba a acabar el agua, la comida, la naturaleza, etc. El doctor Irasool de la Universida­d de Columbia también respaldó, como muchos otros, la tesis del enfriamien­to de la Tierra, y a finales de la década de 1970 el New York Times seguía insistiend­o: la ola de frío no tiene fin.

Pero las temperatur­as empezaron a subir, y los anuncios cambiaron: siempre fueron lúgubres, pero ahora en sentido contrario: iba a haber sequías, incendios y subidas alarmantes del nivel del mar; en 1988 leímos que las Islas Maldivas desaparece­rían en treinta años. Un científico declaró a The Independen­t en el año 2000 que los niños nunca más iban a ver nevar. Al Gore predijo en 2008 que en cinco años, cinco, no habría más hielo en el Polo Norte. En 2009 el príncipe Carlos de Inglaterra proclamó que solo teníamos ocho años, ocho, para salvar el planeta.

No vivimos en un paraíso medioambie­ntal, ni la pasividad es siempre aconsejabl­e. Pero, a tenor de las patas metidas durante siglos, un poquito de prudencia no vendría mal, sobre todo ante la prisa por salvar el planeta quebrantan­do la libertad de la gente.

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