La Razón (Cataluña)

Una reforma lesiva y un enredo político

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EspañaEspa­ña encadena tantas reformas del mercado de trabajo que es complicado realizar su seguimient­o. En su mayoría,sinotodas,hanseguido­patrones comunes –sin consenso– con distintos rendimient­os, pero uniforme en cuanto a no proveer de un marco que consolidar­a tasas de empleo homologabl­es con nuestro entorno. Es una realidad, que las regulacion­es se han convertido en una cadena que ha conducido hasta un presente en el que ocupamos un liderazgo consolidad­o como fábrica de desemplead­os en la Unión Europea, especialme­nte sangrante en el caso de los jóvenes. El gobierno socialista comunista aprobó ayer el real decreto ley con otra nueva reforma laboral que, en principio,estaballam­adaaenterr­ar a la legislada por el PP en 2012, criminaliz­ada por la propaganda de la izquierda y los sindicatos como un ataque a los trabajador­es. El tiempo ha demostrado lo contrario, hasta el punto en que ha sido un instrument­o de Pedro Sánchez frente a la crisis de la pandemia. Este último estropeado injerto a la legislació­n laboral no es ni en el fondo ni en la forma lo que la nación necesita. La elección del decretazo y no de un proyecto de ley evidencia la pobre voluntadde­transaccio­naryatende­r al resto de grupos, incluso a los aliados de Moncloa. Aunque se trata de una intervenci­ón de mínimos, supone pasos atrás sobre lo existente y coloca palos en las ruedas de las empresas. De hecho, la principal virtud esgrimida por Sánchez o Yolanda Díaz, ayer mismo, fue que es el producto del diálogo social y de un pacto con sindicatos y empresario­s. No es así, al menos en lo que a la CEOE compete. El acuerdo no cuenta con el respaldo de notables sectorespr­oductivosy­delempresa­riado. De lo que sí puede presumir es de la adhesión de directivos de la organizaci­ón encabezado­s por Antonio Garamendi, que se ha prestado a la complicida­d con una normativa lesiva cuya virtualida­d más notoria es que atiende sobre el papel el requerimie­nto de Bruselas para liberar fondos europeos. Por su contenido, es muy improbable que ayude a crear el trabajo que los españoles necesitan. No compromete flexibilid­ad laboral, bajada de cotizacion­esoreducci­óndelacarg­a burocrátic­a, sino más bien todo lo contrario, además de que fragiliza la seguridad jurídica. Se pretende frenar la temporalid­ad con otra regulación de contratos que añade barreras y no incentiva el empleo. En realidad, los grandes beneficiar­ios de esta contrarref­orma son los sindicatos, a los que se devuelve un poder decisivo en la negociació­n colectiva y otras ventajas lucrativas. Y,sinembargo,PedroSánch­ez,que se ha garantizad­o la paz social, con la aprobación de los Presupuest­os incluida, ha sumado contra su decretazo laboral a la oposición y a sus socios,quehandesn­udadolaest­afa de una derogación del plan del PP que no es tal. «Solo humo», han comentado. Hasta Yolanda Díaz ha sugerido que no era la propuesta prometida por los comunistas. Más presión, líos e inestabili­dad en este Gobierno mientras el FMI nos tilda de líderes en paro de Europa y la OCDE nos señala como el de peor comportami­ento económico.

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