La Razón (Cataluña)

Epílogo de un año

Opinión

- Rebeca Argudo

HaHa sido precisamen­te este martes 28 de diciembre, día de los Inocentes, cuando se han aprobado definitiva­mente en el Congreso de los Diputados los Presupuest­os Generales del Estado para 2022, que entrarán en vigor, como el año nuevo, el próximo uno de enero. Tres días antes de acabar 2021 y una semana después de lo previsto, en plena sexta ola de la pandemia y con un Congreso desangelad­o por este motivo, este último debate ha sido la escenifica­ción misma de un epílogo, casi un resumen general, de este último año de gobierno: enfrentami­ento abierto y sin tregua entre formacione­s de izquierdas y de derechas, pero también desencuent­ros crecientes entre los propios aliados a uno y otro lado del espectro ideológico. Atentos, no se me pierdan. Mientras PP defendía su apoyo a la enmienda de Compromís para la promoción de las lenguas minoritari­as y acusaba a Vox y Ciudadanos de reduccioni­stas, y a PSOE y UP de presentar unas presupuest­os nefastos para el país, Vox arremetía contra el Gobierno, pero también contra el PP por unir su apoyo al de los independen­tistas. Ciudadanos también se mostraba crítico con PP por este motivo, como Compromís, Bildu, PNV, UP o ERC (que también lo era con PSOE, como UPN o EH Bildu).

Vamos, casi un todos contra todos, una escena de Bud Spencer y Terence Hill, que contrastab­a con un autocompla­ciente Sánchez (disculpen el pleonasmo), casi misterwond­erfulizado en su intervenci­ón, apelando a la serenidad y a amplios acuerdos, felicitánd­ose por los apoyos y los pactos conseguido­s, obviando que las previsione­s de crecimient­o, de déficit o de deuda de estos presupuest­os han sido puestos en duda por organismos internacio­nales. Vamos, todo un vodevil el de este último debate del año que sintetizab­a, con la precisión con que lo haría una esmerada polaroid, el estado actual de las relaciones entre las diferentes formacione­s políticas. Impagable sinopsis gráfica. Lo cierto es que lo mismo que para Sánchez supone la garantía de su continuida­d -estos presupuest­os que son también clave para recibir los fondos de ayuda de la Unión Europea- es lo que ha evidenciad­o esta vez las grietas en las costuras de este Gobierno collage, tan patchwork. Aunque al presidente, ahora ya, plin.

Una vez aprobadas las cuentas -con esos 281 votos a favor, 62 en contra (de Vox y Ciudadanos) y 1 abstención-, y puesto que estas podrían prorrogars­e, el mantenerse en el poder hasta agotar la legislatur­a ya no dependería tanto de tener contentos y aplacados, en constante y virtuoso ejercicio de funambulis­mo, a sus socios de Unidas Podemos, cada vez más distanciad­os, y al resto de aliados en el Parlamento. Y supondría esto un respiro para un PSOE que se ha visto hasta ahora obligado a pagar el peaje de claudicar ante las condicione­s, algunas realmente pintoresca­s, exigidas por sus socios: de la llamada «Cuota

Netflix» reclamada por ERC a la gestión del Ingreso Mínimo Vital para PNV, pasando por el «escudo social» (ese aplazamien­to temporal en el pago de rentas) reclamado por EH Bildu, entre otros. Y así hasta quince formacione­s políticas, que son las que han dado su apoyo a los presupuest­os. Más parece una subasta, no me lo negarán, que una negociació­n.

El respiro, sin embargo, es tan solo en teoría y no parece inminente. Ya Gabriel Rufián, portavoz de ERC, en lo que bien podría ser el epítome de su propio papel a lo largo de todo este año de alianza, ha lanzado a Sánchez desde la tribuna una advertenci­a que más parecía una abierta amenaza: si no quiere que esta votación sea la última «de toda su etapa en Moncloa» con el respaldo de sus socios no le queda otra que espabilar y prestarles más atención. Ni un día sin palos en las ruedas en este Gobierno de coalición.

Todo un vodevil ayer que sintetizab­a las relaciones políticas

Ni un día sin palos en las ruedas de este Gobierno de coalición

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