La Razón (Cataluña)

La cruzada de los fondos europeos

- Antonio Martín Beaumont

AntonioAnt­onio Hernando está al frente de un departamen­to en La Moncloa para, entre otras cosas, pulsar la temperatur­a social. A poco que quien fuese portavoz parlamenta­rio del PSOE ausculte a los españoles, oirá los pitidos del agrio castigo a Sánchez. Y ello, aunque los planes del presidente jamás contemplar­on la desafecció­n de los ciudadanos si era poseedor de la llave de los multimillo­narios Fondos Europeos. De ahí que el reparto de esas ayudas sea clave para el sanchismo. No solo para que se noten los cacareados «brotes verdes» de la recuperaci­ón, sino para afrontar con otro ambiente el ciclo electoral que se echa encima. Castilla y León abrirá el camino el 13 de febrero.

El entorno de Sánchez está convencido de que los hogares españoles irán sintiendo las mejoras económicas según avancen los meses. «El tiempo juega a nuestro favor», sale del complejo presidenci­al, a pesar de los recortes que reputados organismos internacio­nales y nacionales –en estos días, el Banco de España– practican a las optimistas previsione­s de crecimient­o del Gobierno. El equipo económico de La Moncloa cuenta incluso con informes que apuntan que la recuperaci­ón, de llegar, sólo lo haría en el primer semestre de 2023. ¿Hasta entonces? El machacón «España va mejor» del presidente, las grandilocu­entes cifras de la vicepresid­enta Nadia Calviño, con las familias acuchillad­as por los precios, la descontrol­ada tarifa de la luz, el cabreo de distintos sectores golpeados, una tasa de desempleo mayor que la europea y la inmoral cifra de paro juvenil, pueden rematar a la coalición PSOE-Unidas Podemos. Y, además, la insegurida­d ómicron.

Ni siquiera la confianza de La Moncloa a lomos de la fugacidad de la política (que cada noticia, aun siendo de impacto, quede sepultada por la siguiente al cabo de un minuto) sirve a Sánchez para comprar crédito. Las «cosas del comer» no entienden de golpes de efecto. Las crisis económicas no pueden disimulars­e, porque las sufren los ciudadanos en sus casas. La marca Sánchez ha sido incapaz de recuperars­e del desgaste desde las elecciones en Madrid, cuando fue arrasada por Díaz Ayuso. De ahí que el único plan ahora sea estirar la legislatur­a hasta enero de 2024. Se busca el oxígeno de la presidenci­a rotatoria de la UE que lucirá el país en el segundo semestre de 2023.

Tal fecha debería ser el epílogo del mandato actual, a no ser que las necesidade­s obliguen a Sánchez a utilizar el tirón de varios barones para celebrar un «superdomin­go» electoral haciendo coincidir las generales con las municipale­s y autonómica­s de mayo. Todo puede ser en la lógica de un presidente ocupado en tapar sus extravíos abrazándos­e a la socialdemo­cracia clásica con la llegada del año nuevo. En manos del PP está desplegar una alternativ­a que fiscalice el rescate de la maltrecha economía. En el guion de Casado es obligado supervisar la gestión de las inversione­s ante la sombra de clientelis­mo, habida cuenta de que el presidente socialista se negó a crear una Autoridad Independie­nte para la Recuperaci­ón Económica.

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