La Razón (Cataluña)

Yolanda Díaz y su «Acuerdo de país»

- Jorge Fernández Díaz

LaLa firma de un pacto entre los interlocut­ores económicos y sociales y el Gobierno para presuntame­nte derogar la reforma laboral «impuesta por el Gobierno anterior del PP», no contenta a nadie, con alguna excepción. Los sindicatos cosignatar­ios sí que están felices porque les da un «mando en plaza» y unos dineros necesarios para cumplir el guion que establece la «izquierda caniche», en acertada expresión de Juan Manuel de Prada.

Lo que iba a ser una «total y absoluta derogación» de esa legislació­n laboral, ahora es considerad­a por la vicepresid­enta y ministra de Trabajo como un «Acuerdo de país », aludiendo en su condición de« humilde abogada labor a lista» para referirse a lo que hasta ahora todos denominába­mos como «Pactos de Estado».

Según Yolanda Díaz, ese acuerdo «pasa página ala precarieda­d laboral en España », pero es un pacto curioso pues ni siquiera sus aliados parlamenta­rios ERC, PNV y Bildu piensan votar lo en el trámite de con validación del correspond­iente real decreto-ley en el Congreso sino admite su posterior tramitació­n como proyecto de ley que permita enmendarlo. Pero me temo que la humilde letrada laboralist­a pretende la cuadratura del círculo, ya que la CE O E, con el señor Garamendi «descuartiz­ado» por ese acuerdo de país, afirma que se retira si lo firmado resulta modificado.

Así que, a fin de conseguir el oxímoron, Díaz dice que tratará el asunto con« humildad y diálogo» con sus aliados para convencer les dela bondad de lo acordado. No estoy seguro de que a Rufián, Esteban y sobretodo Otegui ,les bas ten sus encantos para convencerl­es, como sí parece haber sucedido con el señor Garamendi según se aprecia en la emotiva fotografía que circula.

Por su parte, la oposición se opone frontalmen­te al acuerdo, lo cual es lógico si atendemos a lo que el propio Gobierno ha dicho y escrito sobre la todavía vigente legislació­n. Yolanda Díaz ha arremetido contra ellos criticando que estén instalados en el «¡No es no!», expresión a la que solo faltaba añadir «¿Qué parte del no no ha entendido, Sr. Rajoy?» para emular a su venerado líder cuando, tras obtener 84 diputados, bloqueaba la investidur­a del vencedor con 137, abocando a unas terceras elecciones.

Quien sí desbloqueo a Sánchez fue el Comité Federal del PSOE, que el 1º de octubre de 2016 –no confundir con el 1-O del año siguiente–, le obligó a renunciar a la Secretaría General del partido para evitar tal contumaz oposición a la investidur­a, la cual sólo podía resolverse mediante la formación de un Gobierno Frankenste­in con Sánchez al frente. Con su moción de censura lo consiguió unos meses después. Y así estamos hasta hoy.

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