DESAFIÓ A LA FICCIÓN TELEVISIVA
El consumo de televisión ha sido el reflejo del estado anímico y personal de los espectadores españoles y mundiales. Todos nos hemos volcado en la pequeña pantalla para informarnos y entretenernos
SinSin duda recordaremos el año 2021 por muchos motivos. Los sucesos que rodearon a la pandemia de coronavirus que asoló el planeta desde 2020 se hizo extensivo al siguiente y condicionó no sólo la grabación y producción de los productos televisivos, si no que estimuló el consumo, que al menos fue superior a la media anual habitual, aunque ligeramente menor que en 2020, estado de alarma mediante. Aburridos y con incertidumbre por la actualidad, buscamos información y entretenimiento en cadenas de televisión lineal, en plataformas bajo demanda e hicimos saltar los números de contenidos vistos en diferido.
Hemos devorado toda la ficción que se ha ido lanzando. Es cierto que una relevancia especial la ha tenido todo aquello que venía de Corea, como demuestra el revuelo que se organizó alrededor de series como «El juego del calamar», lo más visto que desbancó las previsiones de Netflix, «Alice in Borderlan» o más recientemente Hellbound», pero también hemos vuelto al tema de los dramas románticos como certifica el éxito de todas las series turcas como «Mujer», «Infiel» o «Tierra amarga» entre muchas otras que nos han servido en bandeja los canales de Atresmedia. Las ficciones internacionales nos han hablado de la crisis de los opioides en Estados Unidos («Dopesick»), investigación de asesinatos sin desmoronarnos («Mare of Easttown»), a asesinatos para partirse («Sólo asesinatos en el edificio»), y nos enseñó a ponernos en la piel de varios superhéroes de segunda fila («Loki»,«WandaVisión»,«Hawkeye», «Falcon y el soldado de invierno»), la eterna pelea por el dinero, la fama y la ambición («Heels») y la hilarante realidad («Ted Lasso»). En España hemos visto el final de la exitosa «La Casa de papel», el futuro de la corrupción política («Venga Juan»), la corrupción humana en «Maricón perdido», la crisis existencial de «Cardo» y hasta como el coronavirus se cebaba con los Alcántara en «Cuéntame cómo pasó». Pero también hubo momento para la distensión con el bote de «Pasapalabra» que se llevó Pablo Díaz, violín mediante, las apariciones estelares de Josep Pedrerol, Isabel Preysler y Esperanza Aguirre en «Mask Singer» (y «Celebrity Bake Off España»), la vuelta a televisión de Emilio Aragón con su «BSO» y el adiós del «Late Motiv» de Buenafuente.Mención aparte in
memoriam para los desaparecidos Álex Casademunt de la primera edición de «Operación triunfo», Juan Joya, «El risitas» que tanto honró su nombre en televisión, el irrepetible Tico Medina, el siempre Doctor Vilches (Jordi Rebellón) y el carismático Antonio Gasset. Cierre triste para este año la última aparición televisiva de la actriz Verónica Forqué, cuya repentina muerte puso en el disparador al programa de cocina «MasterChef» de Televisión Española. Un año, el 2021, en el que hicimos de la televisión nuestra segunda casa y a la que volvemos para mirar el mundo desde esa pequeña pantalla que de una manera u otra, nunca decepciona.