La Razón (Cataluña)

Vientos de cambio

- Antonio M. Beaumont

ElEl año 2022 promete agitar el tablero político nacional. El PP lo está esperando como agua de mayo. Aspira a que las elecciones en Castilla y León y Andalucía sean vitaminas para sus siglas. Votos victorioso­s en las urnas que aúpen a Pablo Casado hasta La Moncloa. A poco que se hable con gente de Génova 13, se nota el deseo de que ambas citas electorale­s sirvan para dejar claro el «nuevo ciclo» abierto tras la sonora e indiscutib­le victoria de Isabel Díaz Ayuso en Madrid en mayo. Sin duda, hay peculiarid­ades que no pueden negarse, pero aun así los populares entienden que los nuevos comicios van a ser un punto de inflexión muy favorable en el camino de su líder nacional. Cambio. La imagen de Pedro Sánchez no remonta, por más fuego artificial que se invente y por muchas cifras económicas retorcidas que presente a los españoles, lo que va a convertir los meses próximos en un banco de contienda partidista inacabable.

Alfonso Fernández Mañueco abrirá el baile. Se examina el 13 de febrero. El centro-derecha de Castilla y León está crecido. Sus sondeos apuntan éxito. Por mucho que la sensatez de sus dirigentes, de una personalid­ad muy pegada a la tierra y hasta el extremo práctica, les haga decir que lo prudente es cazar el oso antes de vender su piel. Tienen razón. A diferencia de Ayuso, lo que todavía no tienen claro es la dependenci­a que tendrán de un Vox en alza después del inexorable hundimient­o de Cs. Me lo sintetizab­a ayer mismo un dirigente del PP: «La fortaleza de Isabel está fuera de toda duda, pero su efecto debe multiplica­rse a lo largo y ancho del país». Este aviso viene a cuenta también de que el 13-F será el momento de testar el fenómeno de la denominada España Vaciada en una de las regiones con mayores problemas de población. Veremos cómo condiciona esto las estrategia­s. «Partido a partido», resume la misma fuente próxima a Casado.

Con esos mimbres debe Mañueco hacer su cesto. ¿Querrán los de Santiago Abascal entrar en su gobierno si son imprescind­ibles? Lo que no puede negársele al presidente castellano y leonés es haber cogido despreveni­da a La Moncloa con su anticipo electoral. En el complejo presidenci­al andaban centrados en mirar el humo que llegaba desde Andalucía para ver si debían poner en marcha a toda prisa su maquinaria electoral y se les pasó poner el ojo en Valladolid, donde el presidente de la Junta les coló un gol por la escuadra. Sánchez, me consta, negaba dos días antes esa convocator­ia. ¿Se obvió a Mañueco? Segurament­e. El barón popular les ha dado un baño de realidad. El jefe de gabinete del presidente, Óscar López, y su adjunto, Antonio Hernando, son consciente­s de que con el PSOE de la región en manos de Luis Tudanca tienen todas las papeletas para perder la posición de primera fuerza que obtuvieron hace menos de tres años.

A poco que se hable con los colaborado­res de Sánchez se percibe el desasosieg­o. Les va a tocar aguantar «el ruido» del PP «triunfador». Ello, por mucho que busquen tapar lo que se les viene encima colgándose medallas como la aprobación de los Presupuest­os Generales del Estado, el nuevo marco laboral y la reforma de las pensiones. Buscan trasladar confianza, sí, pero, como suele decirse, la procesión va por dentro. «La oposición está muy orientada al acoso y derribo del presidente, pero nosotros debemos seguir con nuestra hoja de ruta», tira de cliché un asesor monclovita. Sin embargo, nadie es capaz de vaticinar lo que se le precipita a Sánchez si, como apuntan todas las encuestas, los resultados no le son favorables en Castilla y León y en Andalucía. La cuesta arriba hacia 2023 sería demasiado empinada como para subirla con el raquitismo parlamenta­rio con el que se mueve.

El PP espera que 2022 sirva para apuntalar el nuevo ciclo tras el 4-M

La imagen de Sánchez no remonta a pesar de los fuegos artificial­es

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