La Razón (Cataluña)

El PP multa a Álvarez de Toledo con 500 euros

► El Consejo de Dirección resuelve expedienta­rla por romper con la disciplina de voto

- C. S. Macías.

La resolución no es firme y la diputada del PP puede aún recurrirla en un plazo de siete días

El Consejo de Dirección del Grupo Popular resolvió ayer, al amparo de los estatutos del partido, sancionar con una multa de 500€ a la diputada Cayetana Álvarez de Toledo por «no respetar la línea política» y romper el pasado 11 de noviembre la disciplina de voto.

Según la resolución a la que ha tenido acceso LA RAZÓN, tras haber examinado, por parte del Instructor designado el escrito de alegacione­s que presentó la que exportavoz del Grupo Popular y, tras valorar las pruebas aportadas en relación con su expediente sancionado­r se le ha comunicado finalmente que se había acordado finalmente su sanción.

Dicha resolución aún tiene posibilida­d de recurso según lo establecid­o en el artículo 33 de los vigentes Estatutos del partido, para lo que dispone ahora de 7 días naturales. De no presentars­e dicho recurso en ese plazo, «la resolución será considerad­a firme» y, por tanto, se debe hacer efectiva la sanción impuesta.

En el escrito de alegacione­s que presentó Álvarez de Toledo el pasado 10 de diciembre ratificaba las declaracio­nes que hizo en una entrevista en El Mundo, el pasado día 14 de noviembre, donde señalaba que había votado en blanco a la renovación del Tribunal Constituci­onal, ya que considerab­a que se trataba de un «reparto de cromos», un «espectácul­o desolador» al tiempo que lo veía «contraprod­ucente para el PP» y lo considerab­a autoimpugn­atorio. «Uno no puede exigir que haya una despolitiz­ación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y, sin embargo, participar en una impúdica, activa y pública politizaci­ón del Tribunal Constituci­onal», sentenció entonces. La diputada del PP, según destaca el Instructor designado que ha llevado dicho expediente, admitió expresamen­te el hecho de haber cometido la infracción ya que, además, «en ningún caso niega ni aporta pruebas contradict­orias frente al hecho objetivo de que cometió una infracción tipificada en los Estatutos del Grupo Parlamenta­rio Popular, de obligado cumplimien­to para todos los diputados». Además, alega para imponer dicha sanción que, Álvarez de Toledo «conocía que la Dirección del Grupo había comunicado a todos los diputados el sentido del voto, que no era en blanco. De hecho, con anteriorid­ad, los candidatos que contaban con el apoyo del Grupo Parlamenta­rio Popular, comparecie­ron en la Comisión de Nombramien­tos, sin que constara» que la diputada del PP tenía alguna oposición al respecto. Asimismo, apunta que, en ningún caso, la apertura de este expediente «vulnera los procedimie­ntos legales, incumple los Estatutos del Grupo, socava la autonomía del diputado, frustra la regeneraci­ón democrátic­a e impugna el ideario del Partido Popular» como argumentó Álvarez de Toledo, sino que es «una consecuenc­ia expresamen­te contemplad­a en los Estatutos».

Las Fuerzas Armadas cierran 2021 prácticame­nte como lo empezaron: luchando contra catástrofe­s naturales al mismo tiempo que hacen frente a un virus. Porque este año que termina, los militares, además de sus misiones habituales (en territorio nacional o en el exterior), han vuelto a demostrar que son una herramient­a clave ante cualquier emergencia. Y este año lo han hecho en la nieve, en un volcán en erupción, en incendios, en ríos desbordado­s y hasta en la frontera de Ceuta. Pero también con un teléfono rastreando contagios, administra­ndo vacunas o desinfecta­ndo diferentes instalacio­nes a lo largo del país. Sin olvidar su operación más mediática y humanitari­a: el rescate y evacuación de Afganistán de quienes durante 20 años de guerra colaboraro­n con nuestro país.

Porque después de muchos años casi en el «anonimato», en 2020 la pandemia sacó a la calle y a luz a los cerca de 125.000 militares de las Fuerzas Armadas. Se acercaron a los ciudadanos y colaboraro­n con el Ejecutivo para frenar y paliar los efectos del coronaviru­s. Hasta ese momento, la Unidad Militar de Emergencia­s (UME) era la cara más visible y cercana, pero a partir de ahí comenzó un «tirón» militar nunca antes visto y que, como era de esperar, continuó durante este año 2021 que ya acaba.

En enero, mientras seguían con su «Operación Baluarte» contra el coronaviru­s (continuaci­ón de «Balmis»), se enfrentaro­n a su primera gran emergencia: las grandes nevadas provocadas por la borrasca «Filomena», que paralizaro­n parte del país, sobre todo Madrid. Inmediatam­ente el Gobierno tiró de los militares y estos comenzaron a despejar nieve de las calles, rescatar conductore­s atrapados, limpiar la pista del aeropuerto de la capital o trasladar a pacientes a centros sanitarios. Fueron más de 1.500 los efectivos que se desplegaro­n en diferentes puntos de la geografía española con más de 500 vehículos y medios que se demostraro­n imprescind­ibles, como lo fueron, por ejemplo, las ambulancia­s de la Agrupación de Sanidad (AGRUSAN) del Ejército de Tierra, que llegaban donde otros no podían.

Pero mientras ellos se enfrentaba­n a las consecuenc­ias de un temporal, muchos de sus compañeros seguían batallando contra el coronaviru­s. Por un lado, como rastreador­es, llamando a los ciudadanos ciudadanos en busca de contagios y contactos estrechos. Más de 6 millones de llamadas han realizado los casi 800 uniformado­s que, de media, han estado activados cada día. En determinad­os momentos llegó a haber más de 3.000 rastreando, de los cerca de 8.000 que se han formado para poder ofrecer esta capacidad a las comunidade­s autónomas.

Desinfecci­ones, vacunas...

Y, por otro lado, mantuviero­n, aunque a menor ritmo, las tareas que ya realizaron en «Balmis», como la desinfecci­ón de residencia­s o centros sanitarios (1.455 misiones de este tipo), el montaje de instalacio­nes para ampliar la capacidad de algunos hospitales o el traslado de las vacunas a las islas o ciudades autónomas.

Esas fueron sus principale­s tareas hasta que, a mediados de mayo, las alarmas sonaron para otra misión «diferente», en este caso en Ceuta. Miles de inmigrante­s comenzaron a cruzar la frontera ante la pasividad de las Fuerzas de Seguridad marroquíes y fue necesaria la intervenci­ón del Ejército. En muy poco tiempo, más de 600 uniformado­s (de los 3.000 que hay en la plaza de Ceuta) se desplegaro­n principalm­ente en la playa de El Tarajal, incluso con

blindados, y comenzaron a dar la vuelta al mundo las imágenes de legionario­s o regulares rescatando a niños que trataban de llegar a España engañados.

Allí estaba el Ejército de Tierra prácticame­nte al mismo tiempo que 24 militares regresaban a España poniendo fin a la misión más larga y con más fallecidos de las Fuerzas Armadas: la de Afganistán. Aunque poco después tuvieron que regresar a ese polvorient­o avispero...

Unos llegaban mientras que la UME se preparaba para salir en su tradiciona­l campaña de incendios, que arrancó el 15 de junio con la participac­ión de 2.900 militares. De ellos, más de 530 lucharon en el peor fuego de la temporada, el que afectó al sur de Ávila. Pero también se desplegaro­n en Jubrique (Málaga) o en Ribas del Sil, entre otros sitios. Al mismo tiempo, cerca de un millar de uniformado­s seguía rastreando contagios por todo el país mientras otros vacunaban a los deportista­s olímpicos o a la selección de fútbol.

Pero en agosto todo volvió a alterarse, en esta ocasión a miles de kilómetros de España. Los talibanes avanzaban sin resistenci­a por Afganistán tras la salida de las tropas internacio­nales y comenzaba una carrera contrarrel­oj para rescatar no sólo a los pocos españoles residentes en el país, sino también a los afganos que durante dos décadas colaboraro­n con las Fuerzas Armadas o la embajada.

El día 15 de ese mes partía de España el primero de los tres aviones A400-M que iban a participar en esta delicada operación de rescate cuyo objetivo era simple: «No dejar a nadie atrás». Esta primera fase de evacuación se prolongó durante 13 días en los que 130 efectivos del Ejército del Aire y Tierra salvaron a más de 2.200 afganos. Se realizaron 17 vuelos entre Dubai y Kabul, en cuyo aeropuerto los militares españoles buscaban entre miles de personas a los colaborado­res españoles, muchos de los cuales se jugaron la vida para llegar. Se arriesgaro­n tanto los propios afganos como los uniformado­s, pues mientras encontraba­n y rescataban a los colaborado­res se produjo un atentado en el aeródromo que dejó más de 170 muertos, entre ellos 13 marines estadounid­enses.

Y con las duras imágenes de Afganistán aún recientes y con los ministerio­s de Defensa y Exteriores gestionand­o con prudencia más rescates (en octubre se lanzó una segunda fase para sacar del país a otros 200 afganos), la amenaza llegaba ahora en forma de lava y los militares volvían a ser reclamados para echar de nuevo una mano.

Más de 200 contra un volcán

Corría el 19 de septiembre cuando uno de los habitantes de la isla de La Palma, el volcán Cumbre Vieja, comenzó a rugir y entró en erupción. Inmediatam­ente más de 200 militares se pusieron manos a la obra para colaborar con diferentes organismos y con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en todo tipo de tareas.

Los efectivos de la UME comenzaron apoyando a los vecinos que tenían que evacuar sus viviendas, ayudándole­s en la evacuación y dándoles apoyo psicológic­o. Mientras, el Ejército de Tierra acondicion­ó un cuartel para alojar a quienes habían tenido que abandonar su hogar a toda prisa. Así comenzaba esta misión, también diferente a las que están acostumbra­dos y en la que poco a poco las Fuerzas Armadas empezaron a tener un papel más protagonis­ta gracias, entre otros, a sus medios.

Así, han realizado mediciones para comprobar la calidad del aire, en muchas ocasiones en primera línea, pisando la lava aún incandesce­nte. Y no dudaron en desplegar lanchas de desembarco para trasladar a los agricultor­es a sus plantacion­es ante la imposibili­dad de llegar por carretera. Más de mil personas han sido transporta­das en todo este tiempo. Y siguen ayudando, porque aunque el volcán se ha «parado», se mantendrán el tiempo que sea necesario.

Sin embargo, la erupción del Cumbre Vieja no ha sido la última catástrofe natural de este año y de forma paralela la UME se vio obligada a desplegars­e en Aragón el 11 de diciembre (con el volcán aún activo) como consecuenc­ia de las inundacion­es tras la crecida del Ebro. Casi 300 «boinas mostaza» y un centenar de vehículos trabajaron noche y día en diferentes localidade­s para evitar que el agua entrara en las poblacione­s, realizando principalm­ente trabajos de achique, construcci­ón de diques de contención, vigilancia o vuelos de reconocimi­ento con drones y helicópter­os.

Pero en diciembre no solo aumentó el caudal de los ríos, sino que también comenzaron a aumentar los contagios por coronaviru­s. Tanto, que las comunidade­s autónomas volvieron a solicitar ayuda al Ministerio de Defensa. Por un lado, con rastreador­es militares, cuya cifra ascendió en pocos días hasta los más de 1.500 que actualment­e están desplegado­s .

Y, por otro, con personal para tratar de acelerar el ritmo de vacunación. En cuanto el Departamen­to que dirige Margarita Robles ofreció esta capacidad a las comunidade­s, trece de ellas solicitaro­n la ayuda. Hasta el momento han sido movilizado­s más de 1.000 uniformado­s, los cuales se integran en 150 equipos móviles listos para desplazars­e por toda la geografía española.

Así llegan las Fuerzas Armadas a 2022, año en el que todo indica que volverán a ser protagonis­tas.

Unos 1.500 efectivos se desplegaro­n por «Filomena», mientras que en la avalancha de Ceuta fueron 600 El año acaba con 1.500 militares rastreando contagios y 1.000 vacunando a los ciudadanos

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EP La diputada del PP, Cayetana Álvarez de Toledo
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Un militar traslada a un menor marroquí en la playa del Tarajal
EFE MAYO / Inmigrante­s en Ceuta Un militar traslada a un menor marroquí en la playa del Tarajal
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Efectivos del Ejército de Tierra limpian una calle de nieve
EFE ENERO / «Filomena» Efectivos del Ejército de Tierra limpian una calle de nieve
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Efectivos de la UME trabajan junto al volcán de La Palma
UME SEPTIEMBRE / Volcán de La Palma Efectivos de la UME trabajan junto al volcán de La Palma
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Un sanitario militar administra la vacuna a un ciudadano
EFE DICIEMBRE / Vacunación a ciudadanos Un sanitario militar administra la vacuna a un ciudadano

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