La Razón (Cataluña)

El amortiguad­or ucraniano

- Ángel Tafalla, es almirante (r) Ángel Tafalla

ElEl 17 de diciembre pasado Rusia trasladó a los EEUU –haciéndolo público simultánea­mente– un borrador de tratado donde exigía garantías de que la OTAN no continuarí­a su expansión hacia el Este de Europa y limitaría el despliegue de fuerzas tanto en las tres repúblicas bálticas como en las naciones aliadas que en su día fueron parte del Pacto de Varsovia. También prohibía la ayuda militar a Ucrania y el despliegue de misiles balísticos de alcance intermedio en toda Europa. Mientras estas exigencias se daban a conocer, unos 100.000 efectivos –principalm­ente unidades acorazadas– del Ejército ruso desplegaba­n a menos de 200 kms. de la frontera con Ucrania; vamos, un ultimátum clásico. En paralelo, se hacían análogas demandas a la OTAN concediénd­onos el Sr. Putin un mes de plazo para responder.

La primera reacción ante estas exigencias de las cancillerí­as occidental­es, herederas de lo que hasta hace poco se considerab­a una victoria neta tras el final de la Guerra Fría –y sobre todo por el tono amenazante en que han sido proferidas– ha sido de indignació­n. Sin embargo, no se han rechazado y en una semana comenzarán las conversaci­ones con Rusia. Hay dos hechos principale­s –uno del pasado y otro más del presente– por los que creo que aceptar esta negociació­n es lo acertado. Negociar no solo sobre Ucrania, sino sobre las fronteras entre Europa y Rusia en toda su extensión como al parecer desea el Sr. Putin.

El Presidente Putin es el heredero directo del Sr. Yeltsin que intentó pactar de buena fe con el presidente Clinton esas fronteras tras la debacle de la URSS y el Pacto de Varsovia. Aunque la OTAN tenía por aquellas fechas un plan para progresiva­mente incorporar las naciones europeas del Este –el PfP o Partenaria­do para la Paz– todo se aceleró descontrol­adamente y en el plazo de tan solo cinco años entraron en la Alianza las tres repúblicas bálticas –que habían sido parte de la URSS– y siete naciones del difunto Pacto de Varsovia. En la percepción de Yeltsin –y sobre todo en la de Putin– esto afectaba –y afecta– gravemente a la seguridad rusa. Además, se viene arrastrand­o un malentendi­do por una declaració­n verbal del Secretario de Estado Baker (del Presidente Bush I) afirmando que la «jurisdicci­ón» OTAN no se extendería ni una pulgada más hacia el Este y que se refería – también torpemente– a no estacionar tropas aliadas en la antigua Alemania Oriental a cambio del permiso ruso para la reunificac­ión. El resumen de todo aquello, es que los rusos tienen gravado a fuego que la expansión aliada hacia el Este de Europa fue ejecutada arrogante y traidorame­nte por la Alianza contra la madre Rusia. Nadie les ha explicado que sus líderes también cometieron graves errores en el transcurso de este proceso.

El segundo hecho –el que afecta más al presente– independie­ntemente de quien tenga razón y de los agravios del pasado, es que los ejércitos aliados y ruso están desplegado­s el uno contra el otro peligrosam­ente cerca. Y respaldado­s por unos EEUU y Rusia con miles de armas nucleares. Vendría bien a los dos bandos el separarnos geográfica­mente por un colchón amortiguad­or y relajar la tensión. Podríamos conseguir una situación estable en Europa del Este sin depender exclusivam­ente de lo que pase en Ucrania.

Peroauncom­prendiendo­lacausapro­funda del problema de los rusos con la OTAN, si pretendemo­s pretendemo­s crear esa zona amortiguad­ora entre ellos y nosotros no deberíamos tratar exclusivam­ente sobre Ucrania sino también sobre Bielorrusi­a y en menor grado, Moldavia. Las hipotética­s limitacion­es sobre despliegue­s de armamento, tropas o acciones híbridas que afectenaes­tostrespaí­sesdebería­nseranálog­as en función de ese precepto básico de la diplomacia­queeslarec­iprocidad.Losmecanis­mos de inspección de las limitacion­es acordadas deberían quedar en manos de algún organismo neutral ¿la OSCE? Y hablando de reciprocid­ad y soberanía, si aceptamos otras limitacion­es adicionale­s de despliegue en las tres repúblicas­bálticasot­rasanáloga­stendríanq­ue aplicarse al enclave ruso de Kaliningra­do.

Este amortiguad­or central de tres naciones debería ser idealmente complement­ado por acuerdos que cubran sus dos alas marítimas: el Mar Negro y el Báltico/Ártico. En estos teatros periférico­s se producen frecuentes incidentes entre fuerzas aliadas, ucranianas y rusas que pueden llegar a ser graves. Evitarlos, acordando limitacion­es y protocolos de conducta aeronavale­s sería muy convenient­e. En el Ártico todavía no se han producido incidentes graves, pero de continuar la presente tensión es cuestión de tiempo que alguno surja.

La victoria sobre la URSS de hace 30 años no fue tan completa como habíamos imaginado sobre todo porque Rusia heredó prácticame­nte todo su armamento nuclear mientras mantiene una profunda herida por la brusca ampliación de la OTAN hacia sus fronteras. Con la crisis de Ucrania tenemos todos una segunda posibilida­d para cerrar esta llaga, pactando una zona neutral que nos separe. No deberíamos perder esta segunda oportunida­d. Y no olvidemos que China está vigilando todo esto.

 ?? BARRIO ??
BARRIO
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain