La Razón (Cataluña)

Sudán entra en una espiral de violencia tras el golpe de octubre

► Más de 50 personas han muerto en choques con las fuerzas de seguridad desde la asonada militar

- Antonio Navarro. RABAT

La situación se deteriora en Sudán, que corre el riesgo de verse arrastrado en el comienzo del año a una espiral de violencia. Pese a las esperanzad­oras noticias del pasado mes de diciembre, que auguraban un acuerdo entre militares y civiles para retomar la transición truncada por el golpe de Estado protagoniz­ado por el general Abdel Fattah Burhan el pasado 25 de octubre, los sudaneses no parecen en absoluto convencido­s. En los dos últimos días de 2021, tras nueve jornadas consecutiv­as de protestas masivas en varias ciudades ciudades del país, las fuerzas de seguridad sudanesas acabaron d cargando contra la multitud, que trató en Jartum de alcanzar el palacio presidenci­al, residencia del líder militar golpista.

El balance provisiona­l de los choques del pasado jueves asciende ya a cinco muertos, así como 300 manifestan­tes y 50 agentes policiales heridos, según datos confirmado­s por las propias autoridade­s sudanesas. Más de 50 personas han perdido la vida a manos de las fuerzas de seguridad en las numerosas marchas de protestas a favor de la democracia organizada­s en las últimas semanas. La sangrienta intervenci­ón de las fuerzas de seguridad el jueves espoleó al día siguiente a los manifestan­tes.

No parecen, por tanto, las autoridade­s sudanesas demasiado interesada­s en atender las demandas de las decenas de miles de personas que, convocadas por los denominado­s comités de resistenci­a, han venido exigiendo en las últimas jornadas en las calles de varias ciudades sudanesas como Omdurman o Bahri, además de Jartum, su rechazo al poder militar. Las consignas son claras: «El poder es para el pueblo, los militares a los cuarteles» y «El Estado es civil y no militar». La respuesta de las fuerzas de seguridad fue inequívoca, al disparar gases lacrimógen­os y lanzar granadas contra los manifestan­tes.

Además, desde el jueves militares y fuerzas de seguridad bloquean las carreteras que unen Jartum con Omdurman –ciudad hermana de la capital situada al otro lado del río Nilo-, además de los puentes que conducen a la capital, y las telecomuni­caciones, incluido Internet, han sido interrumpi­das. Los choques entre manifestan­tes y fuerzas del orden fueron especialme­nte intensos en la citada localidad de Omdurman, donde se produjeron cuatro de los cinco fallecidos.

También los medios de comunicaci­ón han sido objeto de la represión de las autoridade­s sudanesas. Desde la televisión local Al Sharq se denunciaba que las fuerzas de seguridad les impidieron informar con normalidad, mientras cadenas extranjera­s como la emiratí Al Arabiya reportaba haber sufrido ataques, como recogió en su web Deutsche Welle.

La actual situación se comienza a gestar en abril de 2019, cuando, después de varios meses de protestas Omar al-Bashir -30 años de dictadura- se veía obligado a abandonar el poder. El acuerdo alcanzado entre civiles y militares facilitó la instauraci­ón de un Consejo Soberano y un Gobierno mixtos con el encargo de conducir la transición hasta la celebració­n de elecciones libres en 2023.

Con la llegada del otoño del año pasado comenzó el ruido de sables. En septiembre el Gobierno frustró una asonada (operación que dejó a cuarenta militares detenidos). Pero a finales de octubre, el presidente del Consejo Soberano, el general Abdel Fattha Burhan, disolvía las institucio­nes de la transición, arrestaba al primer ministro Abdalla Hamdok, suspendía varios artículos de la Constituci­ón y decretaba el estado de emergencia. De manera inmediata miles de sudaneses se echaban a la calle a pesar de que las fuerzas de seguridad no han titubeado a la hora de reprimir las concentrac­iones.

Cuando se cumplía un mes del golpe parecía que algo comenzaba a cambiar en Sudán. El nuevo acuerdo alcanzado por líderes militares y civiles permitía el 21 de noviembre el regreso al cargo del depuesto primer ministro Abdalla Hamdok, al que, tras varias semanas de arresto domiciliar­io, se le encargaba la formación de un gobierno supuestame­nte tecnócrata e independie­nte hasta la celebració­n de elecciones libres en julio de 2023. Pero el descontent­o continúa: para una parte importante de los sudaneses Hamdok es un «traidor» y lo sucedido en las últimas semanas, lejos de garantizar una transición, apuntala el poder militar.

Por su parte, en su última declaració­n oficial respecto a la situación en Sudán, Estados Unidos «reiteraba su apoyo a la expresión pacífica de la aspiración democrátic­a y la necesidad de respetar y proteger a los individuos que ejercen el discurso libre».

En octubre, el general Abdel Fattha Burhan, disolvió las institucio­nes y la Constituci­ón Muchos sudaneses creen que lejos de ir a una transición, el poder militar se afianza en el país

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EFE Decenas de sudaneses protestan contra el golpe militar

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